El ataque selectivo ordenado por el presidente Donald Trump contra el despiadado jefe de inteligencia de Irán se suma a su apuesta más peligrosa hasta la fecha con la vida de otras personas y su propio futuro político.
Al matar a Qasem Soleimani en Iraq, Trump puso a Estados Unidos en un conflicto abierto que podría llevar a una guerra total con Irán de graves consecuencias económicas y de seguridad nacional en Estados Unidos y el resto del mundo.
A partir de ahora, y teniendo en cuenta el fácil acceso de Irán a objetivos blandos, Oriente Medio e incluso Europa se han vuelto repentinamente lugares menos seguros para los estadounidenses, incluidos sus tropas, a las que Trump podría verse tentado a traer de vuelta a casa.
Con solo dos días cumplidos del año de su reelección, Trump, que despotrica de los enredos en el Medio Oriente, ha sumido a Estados Unidos en otro, de consecuencias grandes y desconocidas. Supone un desafío para una presidencia que ya ha alienado a la mitad del país, luego de su juicio político y una actitud sin cortapisas en el cargo. Podría resultarle imposible lograr el apoyo del país para capear la crisis. También ha revuelto las expectativas estratégicas y morales de Estados Unidos, ordenando el asesinato de un líder extranjero de alto rango de una nación con la que Estados Unidos no está formalmente en guerra, aunque es considerada por Washington como terrorista.
Las repercusiones de su acción del jueves durarán años.
“¡Irán nunca ganó una guerra, pero nunca perdió una negociación!”, escribió Trump el viernes por la mañana en un tuit que no contribuyó a calmar a los críticos a quienes les preocupa la profundidad de su pensamiento estratégico.
Es pronto para saber si la muerte de Soleimani debilitará a Irán y mejorará la posición estratégica de EE.UU. si provocará una conflagración regional o cómo afectará las perspectivas políticas y el legado de Trump.
Pero seguramente Irán considerará el asesinato de uno de sus líderes políticos más importantes como un acto de guerra, por lo que es probable que su venganza sea fuerte y duradera.
“Definitivamente habrá consecuencias no deseadas, y para empezar, creo que habrá que reforzar bien la seguridad de nuestras embajadas”, dijo a CNN el ex embajador de Estados Unidos en Iraq, Christopher Hill.
“Irán no se quedará de brazos cruzados. Creo que habrá una reacción y me temo que podría haber sangre en algunos lugares”.
Los partidarios de Trump celebran la mano dura de su comandante en jefe. Destacan que Soleimani orquestó la muerte de cientos de soldados estadounidenses en ataques de la milicia durante la Guerra de Iraq. Pero la historia reciente está marcada por espectaculares acciones de Estados Unidos que desencadenaron conflictos en Iraq y Afganistán y que causaron un deleite inicial para luego convertirse en desastres políticos y militares con el paso del tiempo. Un conflicto total con Irán sería mucho más complicado que esas dos guerras.
El ataque de Trump podría ser la acción calculada de Estados Unidos más importante en una Guerra Fría de 40 años con el Irán revolucionario. Es la mayor apuesta de la política exterior de Estados Unidos desde la invasión de Iraq.
El secretario de Estado Mike Pompeo dijo a CNN que matar a Soleimani “salvó vidas estadounidenses” y se basó en información de amenazas “inminentes” de un ataque en la región. Trump se hizo eco de lo que dijo su secretario de Estado más tarde el viernes por la mañana, al tuitear que Soleimani “estaba conspirando para matar a muchos más” estadounidenses.
Pero Pompeo se negó a dar detalles. En una crisis tan grave, la situación va a ser más difícil para un gobierno que se ha habituado a desinformar y mentir. La eliminación de la figura política más poderosa de Irán después del líder supremo Ayatollah Ali Khamenei también acaba con la quimera de que esta Casa Blanca no sigue una estrategia de cambio de régimen.
Dados los frecuentes viajes de Soleimani a Iraq, Siria y otras áreas en el Medio Oriente, esta no es la primera vez que estaba en la mira estadounidense. Pero los presidentes anteriores, quizás conscientes de las consecuencias, optaron por no atacar. En los próximos días, el gobierno tendrá que explicar por qué actuó ahora.
Este acto posiblemente también acabará, al menos por una generación, con cualquier esperanza de que Estados Unidos e Irán puedan resolver sus diferencias mediante el diálogo. No habrá deseo ni capital político incluso para los funcionarios iraníes a menudo descritos de forma engañosa como moderados para sentarse con sus homólogos estadounidenses.
Cuando Trump asumió el cargo, no hubo una crisis inmediata con Irán. La República Islámica cumplía con el acuerdo nuclear al que llegó con el gobierno de Obama, aunque no había dejado de desarrollar misiles ni cesado en lo que Estados Unidos considera acciones malignas en su propio vecindario.
Pero al romper el acuerdo, estrangular la economía iraní y ahora matar a Soleimani, Trump se ha adueñado de la confrontación que resulte. Es una apuesta enorme porque la historia indica que los presidentes que arriesgan sus carreras en la jungla política del Medio Oriente siempre pierden.
El ataque refleja el creciente gusto de Trump por ejercer el poder militar, exacerba una tendencia de autoridad presidencial sin control y forja la imagen de vigilante despiadado que a él le gusta.
La pregunta ahora es si Trump, un líder errático e inexperto que desdeña los consejos y rara vez piensa un paso más allá, está preparado para manejar una crisis tan peligrosa y duradera.
Y su gobierno, que parece empeñado en derrocar al régimen de Irán pero es incapaz de idear públicamente un plan para después, ¿está listo para manejar una reacción iraní en la región y más allá?
El tuitear la foto de una bandera estadounidense después del ataque en el que murió Soleimani, pero no explicar a los estadounidenses lo que está sucediendo puede ser una mala señal al respecto.
Pero a pesar de todos los análisis instantáneos de los expertos repentinos en asuntos iraníes que han surgido en Twitter, nadie puede estar seguro de lo que sucederá. Eso es lo que hace que el ataque de Trump sea tan impredecible y potencialmente peligroso.
Con su vasta red de socios, desde Hezbolá hasta Hamas, Irán tiene la capacidad de atacar con rapidez y dureza a aliados estadounidenses como Israel y Arabia Saudita, y los activos y el personal de Estados Unidos en su región. Podría afectar la economía global atacando a los petroleros en el Estrecho de Ormuz. También podrían quedar expuestos los funcionarios estadounidenses y los principales mandos militares cuando viajen al extranjero. Irán podría explotar el frágil pacto político del Líbano y causar conmoción en toda la región.
Las tropas estadounidenses en Iraq, Siria y Afganistán parecen especialmente vulnerables a la acción de las fuerzas aliadas de Irán. Políticamente, el gobierno de Bagdad puede no tener más remedio que pedirle a las fuerzas estadounidenses que se vayan después del ataque en un escenario que podría llevar efectivamente al país a la influencia de Irán o reactivar su terrible guerra civil.
El asesinato de Soleimani es un golpe simbólico fuerte para Irán. Fue el padrino del Medio Oriente que maquinó la enorme influencia regional del país.
Pompeo afirmó que su muerte será recibida por iraquíes e iraníes como un golpe en favor de la libertad y una señal de que Estados Unidos está de su lado. Pero los desarrollos en la política del Medio Oriente rara vez reflejan los pronunciamientos optimistas de los funcionarios estadounidenses.
¿Infligió Estados Unidos un fuerte golpe estratégico a Irán?
Los analistas estudiarán si la muerte de Soleimani le quita coherencia a la fuerza Quds del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria iraní y atenúa su poder regional al menos al principio.
La respuesta estratégica de Teherán no está clara. Si bien podría arremeter, una ola de ataques contra soldados estadounidenses o ataques terroristas en otros lugares puede llevarlo a un conflicto directo con un rival más poderoso, Estados Unidos, que no desea.
No es seguro que vaya a responder de inmediato. Quizás le beneficie más hacerle la vida imposible a Estados Unidos y sus ciudadanos en la región con una estrategia de fuego lento.
Trump podría estar especialmente expuesto a una reacción militar o económica por parte de Irán que ponga en duda su juicio dada su acelerada carrera de reelección.
Su acción contra Irán también podría cambiar la dinámica de la carrera electoral presidencial en casa, al abrir un carril para que los demócratas se postulen como candidatos opuestos a la guerra, una posición que ayudó a los dos últimos presidentes, Trump y Barack Obama – a ser elegidos.
El candidato demócrata Bernie Sanders publicó el viernes un video prometiendo hacer todo lo posible para “evitar una guerra con Irán”.
“Porque si crees que la guerra en Iraq fue un desastre, asumo que la guerra en Irán sería aún peor”, dijo el senador de Vermont.
Y el líder demócrata Joe Biden se puso de inmediato en modo comandante en jefe, situándose en posición de obtener ganancias políticas si la empresa de Trump en Irán fracasa.
El exvicepresidente se refirió al sangriento historial de Soleimani, pero agregó que “el presidente Trump acaba de lanzar un cartucho de dinamita en un barril de pólvora”.
“Le debe al pueblo estadounidense una explicación de la estrategia y el plan para mantener a salvo a nuestras tropas y al personal diplomático, nuestra gente y nuestros intereses, tanto aquí como en el extranjero, y a nuestros socios en toda la región y más allá”, agregó.