Los tratamientos en uso para el coronavirus representan un motivo de fuerte discusión. Tanto en el mundo científico como en los ámbitos políticos se cruzan interpretaciones sobre lo qué pueden o no ayudar estas terapéuticas.
A ciencia cierta, como sucede con múltiples enfermedades virales, no existe un tratamiento específico y puntual para el coronavirus. Lo que se está buscando es un fármaco –o una combinación de varios de ellos- que detenga la replicación del virus.
Para estos casos no son útiles los antibióticos, ya que se dirigen a las bacterias; ni tampoco se pueden considerar a los antiinflamatorios como tratamientos puntuales. Lo que se propicia son medidas de sostén para la respiración y los síntomas que provoca el COVID-19.
De todas maneras, hay tratamientos en uso para el coronavirus que algunos protocolos autorizaron en las terapias intensivas de diferentes países. Todavía no existe un fármaco aprobado para uso masivo al inicio de los síntomas.
Los organismos reguladores de las farmacéuticas y laboratorios están siendo más flexibles que antes en las disposiciones y legislaciones. Se permiten realizar ensayos con más celeridad. Pensemos que la Organización Mundial de la Salud (OMS) tiene registrados más de 250 ensayos clínicos en curso sobre este tema.
Hidroxicloroquina como tratamiento para el COVID-19
Una de las primeras opciones que se comentó, apenas inició la pandemia de coronavirus, fue la hidroxicloroquina. Se trata de un medicamento clásico para el tratamiento de la malaria.
Hoy es uno de los tratamientos en uso para el coronavirus, sobre todo por su componente antiinflamatorio. Por esta característica se teoriza que disminuiría el distrés respiratorio del COVID-19, una de las causas de muerte y de requerimiento de respirador artificial.
Es un fármaco barato, y esa es su ventaja de disponibilidad, pero también posee muchos efectos adversos. Genera dolor de cabeza, diarrea, vómitos y rash cutáneo.
La combinación lopinavir/ritonavir como tratamiento en uso para el coronavirus
Una opción terapéutica que se estudia es la combinación de los fármacos lopinavir y ritonavir. Son antirretrovirales que se emplean en los esquemas de VIH, considerando que también es un virus ARN, como el SARS-CoV-2.
Esta combinación ya se estudió en los brotes epidémicos anteriores de coronavirus, que fueron el síndrome respiratorio agudo y severo (SARS) y el síndrome respiratorio de Medio Oriente (MERS). Allí los resultados fueron prometedores, lo que llevó a los investigadores a suponer que debería ser efectivo ahora.
Sin embargo, las pruebas corridas hasta el momento no son tan positivas como antes. Pero ante la inexistencia de alternativas mejores y disponibles, varios países han protocolizado su uso en terapia intensiva.
No es un tratamiento en uso para todos los pacientes con coronavirus, pero sí para aquellos que poseen pronóstico severo debido a sus síntomas, su edad o sus comorbilidades. En esos casos se está combinando con interferón.
Remdesevir, el más prometedor
Un tratamiento en uso para el coronavirus que tiene altas posibilidades de ser más exitoso que el resto es el remdesevir. También fue probado en las epidemias de SARS y MERS de los últimos 20 años.
La droga es una derivada de un experimento que se llevó a cabo hace 10 años para encontrar un tratamiento para el ébola. Posteriormente se comprobó su eficacia para otros virus, incluidos algunos coronavirus. En Estados Unidos ya se empleó en dos pacientes, los cuales mejoraron, pero no es suficiente para considerar su eficacia.
Lo que no lo favorece es que sólo existe para aplicación intravenosa. Esto implicaría realizar el tratamiento en una internación hospitalaria, o en el domicilio con atención de enfermería coordinada.
¿Cómo tratar el coronavirus?
En la actualidad, cuando un paciente es diagnosticado con COVID-19, lo que se inicia es un protocolo de tratamiento básico y de sostén. Si los síntomas son leves, se aísla en el domicilio y cumple las medidas habituales para un cuadro gripal.
Si el caso es moderado puede requerir internación, en cuyo caso se añaden protocolos hospitalarios, pero por lo general sin uso de antirretrovirales. Salvo casos puntuales avalados por las asociaciones médicas y los ministerios de salud, en los cuales sí se prueba un fármaco.
Lo que se está planteando para el tratamiento de los internados en terapia intensiva es combinar las alternativas disponibles en base a la gravedad de los cuadros que se presenten. Cada secretaría de salud nacional ha elaborado guías específicas para que sus equipos de salud elijan los medicamentos en base a la disponibilidad local.