Coronavirus en China: la pandemia despierta a un gigante dormido y moviliza a los jóvenes

Los estudiantes han inundado las redes sociales con el objetivo de organizar donaciones para médicos chinos que luchan contra la epidemia de coronavirus.

Los trabajadores marcharon por las calles para exigir una indemnización por las semanas de desempleo durante la cuarentena en la ciudad. Jóvenes periodistas han recurrido a YouTube para pedir libertad de expresión.

El brote de coronavirus ha movilizado a los jóvenes en China, llamando a la acción a una generación que se había mostrado poco resistente a la agenda del gobernante Partido Comunista.

Gran parte de sus vidas, muchos jóvenes chinos se han contentado con renunciar a las libertades políticas siempre y cuando el partido mantuviera su parte del autoritario y tácito contrato, proporcionando empleos, estabilidad y movilidad ascendente. Hoy el virus ha expuesto los límites de esa compensación.

Enojados y agitados, muchos jóvenes chinos rechazan los esfuerzos del gobierno para ocultar sus pasos en falso y su resistencia a permitir que la sociedad civil participe en las ayudas.

Algunos se han pronunciado sobre el alto costo del secreto, apuntando a la censura y al murmullo de los soplones. Otros, enrolando voluntarios y organizando protestas, han puesto a prueba la hostilidad del partido hacia los grupos independientes.

Otros han denunciado a dudosas organizaciones benéficas con subvención estatal, al exponer cómo las donaciones públicas fueron canalizadas a oficinas gubernamentales en vez de a hospitales.

Desafío a la estabilidad social

El brote ha provocado un despertar generacional que se podría igualar al impacto de la Segunda Guerra Mundial o la crisis financiera de 2008, y que podría interrumpir la estabilidad social de la que depende el Partido Comunista.

“Los acontecimientos recientes han mostrado más claramente a algunas personas que criticar a su país no significa no amar a su país”, dijo Hannah Yang, de 34 años, residente en Beijing y que creó un canal en Telegram, aplicación de mensajería cifrada, para compartir capturas de pantalla de artículos censurados y otras publicaciones censuradas en redes sociales. Más de 14.000 personas se han unido al canal.

“Un día, sin duda, habrá un relato sobre los acontecimientos recientes en China”, dijo. “Por los menos podemos permitir que otras personas sepan con exactitud lo que ocurrió aquí”.

A medida que el virus se propaga en todo el mundo, es probable que los jóvenes lleguen a cuestionar su confianza en el gobierno, en la seguridad económica, en su forma de vida.

Pero todo esto tiene una resonancia especial en China para una generación que no está familiarizada con la pobreza y la agitación que caracterizaron al país en las décadas posteriores a la Revolución Comunista.

Una fila frente a un negocio de comidas en Beijing. Las restricciones por el brote de coronavirus se mantienen en la capital de China. /EFE

Una fila frente a un negocio de comidas en Beijing. Las restricciones por el brote de coronavirus se mantienen en la capital de China. /EFE

A diferencia de los estudiantes cuyas protestas por la democracia provocaron la represión en la Plaza Tiananmen en 1989, esta generación, que creció en una economía pujante, saturada de propaganda oficial, ha mostrado poca oposición al statu quo.

Los próximos meses mostrarán si el partido puede calmar las nuevas preocupaciones de los jóvenes o si la presión provocará un descontento mayor que pueda terminar minando la legitimidad del gobierno.

El reciente éxito de China en la reducción de los contagios de coronavirus ha ayudado a renovar el fervor nacionalista, a pesar del paro y las restricciones de circulación establecidas por el gobierno.

Si el partido vuelve a impulsar la economía rápidamente y logra restaurar la vida normal, mientras países como Italia y Estados Unidos todavía luchan por hacerlo, su imagen de un Estado fuerte y centralizado podría ganar aún más fuerza.

Críticas y censura 

Pero si la pandemia desencadena una recesión global que implique una merma en la demanda de bienes chinos y ponga fin a décadas de crecimiento económico en el país, todo esto podría generar resentimiento hacia el partido.

Muchos jóvenes están preocupados por sus perspectivas laborales, ya que las consecuencias de los esfuerzos de contención del gobierno amenazan con causar la primera contracción de la economía de China desde 1976.

“Este episodio ha sido traumático y perjudicial para muchos jóvenes y los ha llevado a reflexionar sobre su experiencia y perspectivas futuras”, dijo Xueguang Zhou, sociólogo de la Universidad de Stanford que ha escrito sobre el gobierno chino.

El líder de China, Xi Jinping, ha prometido proteger a los trabajadores y volver a poner en marcha las fábricas. El gobierno está aumentando la propaganda nacionalista, retratando su manejo de la problemática del virus como modelo para otros países.

Además silencia a los disidentes, apuntando contra los periodistas chinos que intentaron compartir relatos sin censura sobre la crisis de Wuhan, y también contra críticos como Ren Zhiqiang, un efusivo magnate inmobiliario que llamó a Xi un “payaso” hambriento de poder.

Las calles de Beijing siguen semidesiertas por la pandemia de Covid-19, pero los jóvenes comienzan a mostrar su descontento a través de internet. /AFP

Las calles de Beijing siguen semidesiertas por la pandemia de Covid-19, pero los jóvenes comienzan a mostrar su descontento a través de internet. /AFP

De todos modos las cicatrices de la pandemia, que ha matado a más de 3 mil personas en China, no desaparecerán tan fácil.

Carol Huang, de 28 años, hasta ahora fue prácticamente indiferente a la política, aceptando que la mayoría de la gente parecía apoyar al partido y a Xi.

Pero últimamente Huang, que es de Wuhan, la ciudad china donde empezó la epidemia, se ha enfrentado con los simpatizantes del partido en las redes sociales y ha defendido a los periodistas chinos que criticaron la reacción del gobierno ante el brote.

“El gobierno piensa de esta manera: o me escuchan o se van al infierno”, dijo. “No hay término medio. Eso es lo que estoy tratando de cambiar en las redes sociales”.

Otros usuarios de Internet chinos, de los cuales casi la mitad tiene menos de 30 años según las estadísticas oficiales, han criticado el relato del partido de manera menos directa.

Algunos, como Yang de Beijing, han establecido “ciber-cementerios” para recopilar noticias y comentarios relacionados con el virus que los censores del gobierno han eliminado de Internet.

En varias universidades, los estudiantes han organizado campañas masivas en las redes sociales, solicitando donaciones para hospitales en Wuhan, publicando testimonios de médicos y enfermeras que hablan sobre la falta de insumos.

Con comercios cerrados y trabajadores despedidos, los jóvenes chinos temen por las consecuencias económicas de la epidemia de coronavirus. /AFP

Con comercios cerrados y trabajadores despedidos, los jóvenes chinos temen por las consecuencias económicas de la epidemia de coronavirus. /AFP

Muchos voluntarios expertos en tecnología analizaron datos de la Cruz Roja de Wuhan y la Asociación General de Caridad de esa ciudad, dos organizaciones benéficas respaldadas por el gobierno que se ocuparon de controlar las donaciones destinadas a combatir el brote.

Descubrieron que las organizaciones habían canalizado más dinero y barbijos a las oficinas gubernamentales que a los hospitales, y luego publicaron los detalles en las redes sociales.

Un voluntario en Beijing que analizó los datos de la Cruz Roja dijo que el proyecto nació en gran parte por las circunstancias: los paros a nivel nacional obligaron a la gente a quedarse en su casa, atenta a las noticias e informes de las redes sociales de Wuhan, haciendo que los gritos de ayuda se volvieran imposibles de ignorar.

“La gente de Wuhan le dio mucho valor a los que miraban, incluyéndome a mí”, dijo el voluntario, que normalmente trabaja como maestro y que solicitó el anonimato por temor a represalias del gobierno.

Aquellos que se tomaron un descanso de sus rutinas habituales para ser voluntarios dijeron que la epidemia los acercó a sus comunidades.

A medida que el brote empeoraba en enero y las autoridades de Wuhan imponían el paro, Lin Wenhua, camarógrafo independiente residente en la ciudad, pasó de producir anuncios a usar su cámara para documentar la crisis.

Lin, de 38 años, publicó los videos de sus conversaciones con médicos y enfermeras, en donde contaban que no tenían tiempo para descansar y en los que se mostraba a trabajadores sin hogar desplazados por la epidemia.

Atrajo a más de 5 millones de seguidores en Weibo, uno de los sitios de redes sociales más populares de China, a pesar de que varios de sus videos fueron eliminados por censores del gobierno.

“La naturaleza humana se ha magnificado en esta crisis”, dijo. “Uno ve personajes cálidos y amables, pero también ve personajes especialmente feos”.

Algunos jóvenes han canalizado sus experiencias en directos llamamientos políticos.

Li Zehua, ex presentador de la Televisión Central de China, agencia de transmisión estatal, viajó a Wuhan para cubrir el brote como periodista ciudadano, entrevistando a trabajadores migrantes varados y trabajadores de crematorios. En su último video, Li, de 25 años, instó a sus compañeros a aprender más sobre la historia de China.

“No estoy dispuesto a disfrazar mi voz, ni estoy dispuesto a cerrar los ojos y cerrar los oídos”, dijo antes de que dos hombres vestidos de civil entraran a su departamento y se cortara el video. “¡Espero que más jóvenes puedan ponerse de pie!” Desde entonces no se ha tenido noticias de Li, ni tampoco de Chen Qiushi, otro joven periodista ciudadano en Wuhan.

Aún así, a pesar de las críticas generalizadas sobre el mal manejo temprano del virus por parte de las autoridades, quienes piden menos censura y control centralizado probablemente todavía representan una minoría en un país donde se fomenta el patriotismo a temprana edad.

El costo económico

Mucho más generalizada es la angustia provocada por el costo económico de la epidemia.

En las últimas semanas, algunos jóvenes se han unido a las protestas para exigir una compensación económica por la interrupción que causó el virus y los paros que impuso el gobierno.

Peng Lun, de 28 años, vendedor de ropa en la ciudad sureña de Guangzhou, se unió a las cientos de personas que marchaban por las calles exigiendo reducciones en el alquiler para los dueños de tiendas. Dijo que él y su esposa se estaban quedando sin dinero para comida y refugio.

“Ya nadie compra nada”, dijo. “¿Cómo se supone que debemos sobrevivir?” Los expertos han dicho que es probable que la economía china sea el factor decisivo para que el compromiso social y político de los jóvenes dure.

Si bien la actividad en las redes sociales puede ser efímera y fácilmente censurada, el desempleo es más difícil de ocultar, dijo Fengshu Liu, profesor de la Universidad de Oslo que ha estudiado la juventud china.

“El desempleo, el impacto en la vida cotidiana de los jóvenes: si estos problemas no se resuelven a tiempo, puede haber algunos riesgos”, dijo Liu.

Las preocupaciones económicas inquietan a Mei Qingyuan, reciente graduado universitario en la ciudad oriental de Hangzhou. Durante el brote tuvo que trabajar desde su casa porque no podía trasladarse a Shanghai, donde está haciendo una pasantía. La fábrica de ropa de sus padres suspendió la actividad, y muchos de sus empleados migrantes están atrapados en otros sitios.

De todos modos se considera relativamente afortunado. La fábrica de sus padres ha vuelto a abrir. Y aunque lamentó el sufrimiento en Wuhan, ha empezado a seguir adelante.

“Por un lado, esto me entristece”, dijo. “Pero por otro lado, es inevitable. Todos tienen su propia vida.” “Y en China”, agregó, “prestar atención a la política no es necesariamente algo bueno”.

Archivo CA

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