Decretado por el presidente John F. Kennedy el 3 de febrero de 1962, el embargo a todo el comercio bilateral entró en vigor cuatro días después.
Su propósito, dijo la orden ejecutiva de Kennedy, era reducir la amenaza que presentaba la isla “al alineamiento con las potencias comunistas”.
A pesar de no haber logrado un cambio político en La Habana desde entonces, las sanciones siguen en pie seis décadas después y las autoridades cubanas las culpan de dañar la economía del país en alrededor de 150.000 millones de dólares.
Cuba está experimentando su peor crisis económica en 30 años, con una inflación del 70 % y gran escasez de alimentos y medicinas, mientras que la pandemia de COVID-19 le ha dado un duro golpe a una de sus primeras fuentes de ingreso: el turismo.
Las largas colas para adquirir artículos esenciales son comunes debido al recorte de las importaciones por las reducidas reservas del Gobierno.
La Habana dice que las sanciones son la causa de todos los males en la isla.
El mensaje de que “el embargo es un virus también” se ha convertido en un lema de las autoridades desde hace meses, con desfiles de caravanas de autos, bicicletas y motos en todo el país para denunciar las sanciones.
Sin embargo, los detractores apuntan a la ineficiencia y los problemas estructurales de una economía controlada por un partido único.
Contraproducente
“El verdadero bloqueo fue impuesto por el Estado cubano”, dijo la activista Rosa María Payá, líder del grupo en el exilio Cuba Decide.
Desde su perspectiva, ella dice que el embargo solo podrá levantarse con “una transición a la democracia representativa”.
Cuba tiene poca capacidad de producción y depende de las importaciones del 80 % de los alimentos que necesita.
Una reforma monetaria lanzada hace un año para tratar de aliviar las presiones que sufren los cubanos incluyó un significativo aumento de los salarios en un país donde la mayoría de los trabajadores son empleados del Gobierno, pero también desató una inflación de precios.
Desde 2000, los alimentos están excluidos del embargo de EE. UU., y desde esa fecha a 2015 Cuba importó 1.500 millones de dólares en alimentos desde el vecino del norte.
Esas compras, sin embargo, tienen que ser en efectivo y por adelantado, una condición problemática para un país con reservas limitadas.
Según Carlos Gutiérrez, un cubano estadounidense exsecretario de Comercio de EE. UU., el embargo ha demostrado ser “contraproducente”.
“No se ha obtenido absolutamente nada a cambio de La Habana”, dijo.
Intereses geopolíticos
Cuba ha recurrido a rivales de EE. UU. como China y Rusia en busca de apoyo.
Hace dos semanas, el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, y su homólogo ruso Vladimir Putin discutieron sobre una “sociedad estratégica” en una llamada telefónica.
Por otro lado, el vicecanciller ruso, Sergei Riabkov, dijo recientemente que Moscú no descarta una presencia militar en Cuba si las tensiones con Washington sobre Ucrania siguen aumentando.
Para algunos, esa idea recuerda la Guerra Fría y la crisis de los misiles en Cuba de 1962, cuando Estados Unidos y la desaparecida Unión Soviética estuvieron al borde de un conflicto nuclear, y fue también uno de los motivos del embargo a la isla.
El embargo de Estados Unidos comenzó como un “instrumento estratégico y militar” en el contexto de guerra, dijo el científico político Rafael Hernández, y aunque la Guerra Fría terminó, todavía Washington mantiene “intereses geopolíticos” que determinan su postura hacia Cuba.
La política interna de EE. U.U. también juega un papel, ya que el voto de la gran comunidad de exiliados cubanos puede inclinar elecciones en estados como la Florida.
Después de un breve período de acercamiento durante el presidente Barack Obama, su sucesor Donald Trump reforzó las sanciones contra Cuba, con 243 nuevas medidas.
Y hasta ahora, a pesar de sus promesas de campaña, el presidente Joe Biden no ha hecho nada para aliviar el bloqueo e incluso impuso nuevas medidas contra funcionarios cubanos después de una represión a protestas contra el Gobierno en julio pasado.
Para la administración de EE. UU., según James Buckwalter–Arias, de la Cuban American Association for Engagement, “las consideraciones electorales pesan más que los deberes humanitarios”.
Fuente: VOA