Aburrimiento, miedo y expectativas: cómo son los días en el crucero varado en Japón por el coronavirus

Por momentos hay entusiasmo. A veces frustración. Aburrimiento. Muchas preguntas sin respuestas. Así transcurre la vida en el Diamond Princess, el crucero en cuarentena en un puerto de Japón en el que se han registrado numerosos casos del nuevo coronavirus. La espera se hace larga y cada día se registran más casos, en un conteo que genera dudas sobre hasta cuándo durará este encierro.

En una serie de entrevistas realizadas por The Associated Press a pasajeros y un creciente número de tuits y videos de YouTube enviados desde los camarotes, se puede intuir lo que ocurre en esa especie de ciudad en miniatura anclada en Yokohama, con 3700 personas a bordo, entre pasajeros y tripulación. De los siete argentinos que viajaban, uno se contagió y está siendo tratado en un hospital, aunque sus síntomas eran leves.

A veces hay una atmósfera casi festiva, como cuando los locales rodean el barco con sus Jet Skis, gritando para saludarlos. Otras veces hay un clima de grave preocupación, como cuando se confirman nuevos casos de la enfermedad -44 más este jueves-, llevando a un total de 218 en el barco, el nicho de infección más grande fuera de China.

Un pasajero enfermo describió el terror inicial de ser llevado rápidamente a un hospital, todo cubierto por un plástico protector, y describió también los síntomas sorprendentemente suaves.

Los responsables del crucero pusieron más canales de TV a disposición de los pasajeros. /AP

Los responsables del crucero pusieron más canales de TV a disposición de los pasajeros. /AP

Los días pasan con pequeñas frustraciones e inconvenientes -cuartos diminutos, sábanas sucias, comida aburrida- y un trabajo difícil para los cientos de miembros de la tripulación.

Con un creciente número de infectados, existe también la duda de que este tipo de cuarentena pueda funcionar. Algunos expertos se preguntan si mantener a más de 3500 pasajeros y tripulación en un mismo lugar no podría expandir la enfermedad viral, bautizada COVID-19.

Cuando falta todavía más de una semana de cuarentena, AP observa lo que ocurre en ese crucero vacacional que tan gravemente ha desviado su curso.

Los despreocupados

Incluso dentro de la cuarentena, pareciera que Cheryl y Paul Molesky siguen de vacaciones. La pareja de Syracuse, Nueva York, puede ser vista en videos en YouTube con sus batas, en su balcón, disfrutando de las amplias vistas del océano, brillante y rayado de sol, y a veces el Monte Fuji, algo cubierto de nieve.

“Tratamos de estar de buen humor y asegurarnos de que nuestra actitud nos lleve hacia delante, no estamos lastimados, no sentimos ningún dolor… la verdad es que estamos pasándola bien”, dijo Paul Molesky, un alfarero de 78 años, al ser entrevistado. “Hasta ahora ha sido muy placentero”.

Hubo un tiempo en que un hombre subía a la cubierta en un traje de Spider Man y tocaba música durante una hora y media para el deleite de los pasajeros.

Un tiempo, al principio de la cuarentena, en que ocho personas con Jet Skis pasaban gritando “Bienvenidos”, tocando música. Los pasajeros aplaudían y saludaban desde sus balcones.

El barco, que tiene 17 cubiertas, ha conectado el servicio de internet, y Cheryl pasa muchas horas por día contestando mails y mensajes de texto y editando los videos en YouTube.

A los pasajeros que no tienen terrazas en sus camarotes les dejan salir una hora por día a la cubierta. /AFP

A los pasajeros que no tienen terrazas en sus camarotes les dejan salir una hora por día a la cubierta. /AFP

“Ahora que estamos en cuarentena estamos recibiendo muchísima atención. Nunca recibimos tanta atención en casa”, dijo Cheryl, de 59 años, una profesora de arte y medios de comunicación ya jubilada.

Hay claras preocupaciones cada vez que se anuncia una nueva serie de casos confirmados. Pero, dijo Cheryl, “en vez de estar sentados preocupándonos si vamos a tener coronavirus, decidimos vivir al máximo cada día y olvidarnos de eso por ahora. Si nos pasa, nos pasa.”

Los aburridos

En otra parte del barco, un japonés de treinta y tantos años que no quiso dar su nombre por razones de privacidad dijo que pasa sus días mayormente sacando fotos a la comida y haciendo posts anónimos en Twitter. “Lo único que puedo hacer es esperar y hacer tuits”, dijo.

El barco tiene un restaurante de sushi, un baño al estilo japonés y un teatro, pero los pasajeros están mayormente confinados a sus cuartos. Muchos camarotes -que se extienden en cubiertas con nombres como Aloha, Delfín y Esmeralda- son tan chicos o más que muchas habitaciones de hotel.

Los cuartos más baratos del barco son apenas más grandes que una cama de dos plazas y no tienen casi espacio para sentarse, aparte de una silla de escritorio, de acuerdo con las fotografías que aparecen en el sitio web del barco.

Las más baratas ni siquiera tienen ventanas. Muchos cuartos con balcón tienen cerca de 20 metros cuadrados o menos, de acuerdo con la página web. Muchos de los cuartos internos, que tienen grandes espejos en lugar de ventanas, tienen apenas entre 14 y 15 metros cuadrados.

Mapa con el trayecto del "Diamond Princess", barco crucero en cuarentena en la costa de Yokohama, cerca de Tokio / AFP

Mapa con el trayecto del “Diamond Princess”, barco crucero en cuarentena en la costa de Yokohama, cerca de Tokio / AFP

Los huéspedes tienen que cambiar sus propias sábanas, limpiar sus baños y lavar la ropa, ya que el contacto con la tripulación se ha visto muy limitado desde que los primeros 10 casos fueron confirmados.

Los días giran en torno al servicio de la comida. Llamando a cuatro puertas a la vez, una elaborada coreografía de delivery tiene lugar: un miembro de la tripulación con máscara y guantes entrega los platos, otro los cubiertos, mientras otro hace un chequeo de nombres y número de habitación.

El barco ha agregado más películas y canales de TV para tratar de ayudar con el aburrimiento. La gente que no tiene balcones tiene permitido caminar en la cubierta durante una hora, siempre y cuando se mantengan a dos metros de distancia. Los pasajeros hablan y se saludan desde sus balcones.

El pasajero Matthew Smith ha estado compilando reseñas sobre la comida en Twitter, y con frecuencia detalla sus intentos de conseguir un café extra. Publicó un tuit de qué siente, mientras está sentado en su cuarto entre comidas, igual que su gato “esperando su ración diaria de comida enlatada.

¿Es hora? ¿Es hora?” Para el japonés que está en su barco, la comida es una de las principales razones por las que quiere irse. “Extraño la comida japonesa”.

Los asustados

En un video reciente publicado en Twitter, un grupo de hombres que visten chaqueta del Diamond Princess , máscara y lo que parece ser un uniforme de cocina, están frente a la cámara.

“Tenemos miedo. Le pedimos al gobierno indio y a las Naciones Unidas que nos ayude, que nos separe de manera urgente”, dice un hombre identificado como Binay Kumar Sarkar, miembro de la tripulación, luego de sacarse la máscara.

Los pasajeros tienen que limpiar los baños de sus camarotes, ya que el contacto con la tripulación se ha reducido a un mínimo para evitar contagios. /AP

Los pasajeros tienen que limpiar los baños de sus camarotes, ya que el contacto con la tripulación se ha reducido a un mínimo para evitar contagios. /AP

“Deberían rescatarnos de inmediato y restituirnos a nuestras familias antes de que sea demasiado tarde”. Algunos de los miembros de la tripulación que han tenido resultado positivo en el virus son miembros del staff del restaurante, el bar o de mantenimiento que muy probablemente han tenido contacto con pasajeros hasta el 5 de febrero, cuando los primeros resultados fueron conocidos y los restaurantes y bares cerraron.

“Hasta que empezó la cuarentena, todo era normal, y todos se movían libremente, de modo que es posible que haya habido muchos casos de contagio de ese momento”, dijo Kazuho Taguchi, director de cooperación global de salud en el ministerio de salud.

Los miembros de la tripulación todavía comparten los cuartos, ya que el número de camarotes para ellos es limitado, dijo Taguchi.

Un miembro de la tripulación, sin embargo, dijo que lo habían aislado en su camarote de 1,8 por 3 metros en la tercera cubierta, casi al nivel del mar, durante dos días luego de que reportara un dolor de garganta.

“Todos tienen miedo en el barco. Mucha gente se está enfermando y ahora hay miembros de la tripulación que se enferman también”, dijo, pidiendo que su nombre no fuera publicado ya que la empresa del crucero le dijo a los trabajadores que no publicara información sobre la situación del barco en las redes sociales.

Pero mientras se esperan los resultados del hisopado de garganta, ha estado leyendo todas las noticias que puede encontrar sobre el barco, y respondiendo mensajes a sus preocupados amigos y familiares.

¿Es efectiva la cuarentena?

Las autoridades en Japón dicen que aislar a gente abordo es la manera de prevenir que la enfermedad se expanda; otros expertos dicen que la medida podría crear más infecciones.

“Más y más personas están contagiándose por personas que se encuentran en el período de incubación o que no tiene síntomas, mientras está atrapada en la nave, lo cual no es bueno para la prevención de la enfermedad”, dijo Reiji Goto, médico en el departamento de enfermedades infectocontagiosas en el Hospital General Daiyukai en Ichinomiya.

Un hospital -no un barco- es el mejor lugar para mantener a la gente en cuarentena, de acuerdo a Tara Smit, profesora que investiga enfermedades infectocontagiosas en Kent State University’s College of Public Health.

El Diamond Princess  puede haber tenido contaminación ambiental cuando la cuarentena empezó, lo cual pone a los pasajeros y a la tripulación en riesgo de nuevas transmisiones. “Creo que esto se hizo sin pensar demasiado en las consecuencias de nuevas transmisiones dentro del barco y en la salud mental de los pasajeros”, dijo Smith.

Para algunos, el miedo puede ser peor que el virus.

El jueves, una madre y su hija, de Australia, con las máscaras puestas, le dijeron al canal de televisión australiano Nine Network, desde un hospital japonés, que los funcionarios los sacaron del barco luego de que la hija diera positivo en el test de coronavirus.

“Me pusieron en una especie de silla de ruedas y me envolvieron en un plástico -casi como una burbuja- y me estaban llevando por todos lados”, dijo la hija, Bianca D’Silva, estudiante de derecho de 20 años.

Bianca y su madre, Suzanne, dijeron que estuvieron enfermas brevemente, pero que ahora se sienten bien.

“Honestamente, se sintió como un resfrío ordinario. Me siento perfectamente bien ahora, físicamente,” dijo Bianca. “Tuve un poco de dolor de cabeza antes y un poco de fiebre, pero eso es todo, la verdad”.

Archivo CA

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