Documentos revelan fallas en política migratoria de Biden

Unos cuatro meses antes de que Joe Biden asumiera la presidencia de Estados Unidos, sus asesores empezaron a debatir sobre cuál sería la manera más rápida de revocar las duras políticas migratorias de su predecesor.

La respuesta, casi siempre, era que la huella dejada por Donald Trump tenía que ser borrada rápido, mientras más rápido mejor.

Activistas migratorios frustraron una propuesta de devolver a migrantes que hayan cruzado ilegalmente, obligándolos a primero buscar protección en otros países. Rechazaron hipótesis según las cuales habría un masivo aumento de migrantes en caso de que las políticas de Trump se desmantelen.

Al final, Biden reconoció la posibilidad de que habría un aumento en la llegada de migrantes, pero insistió en que las políticas de Trump eran crueles e inhumanas y tenían que ser anuladas.

Biden asumió la presidencia el 20 de enero e inmediatamente la cantidad de migrantes llegando a la frontera superó toda expectativa. Los planes de reanudar plenamente el procesamiento de solicitudes de asilo en los puestos fronterizos quedaron frustrados.

La cantidad de niños no acompañados

Entre los migrantes alcanzó alturas sin precedente en marzo, cuando constituyeron la mayoría de las 4.500 alojadas en tiendas de campaña, erigidas para no más de 250 personas. La cantidad de migrantes detectados por la Patrulla Fronteriza en el sur de Texas batió récord en junio y julio, refutando previsiones de una disminución.

En septiembre, unos 15.000 refugiados, en su mayoría de Haití, acamparon bajo un puente en el pequeño poblado fronterizo de Del Rio, Texas. Durante días reinó el caos mientras los migrantes cruzaban de un lado a otro de la frontera, yendo a comprar suministros y viviendo en desorden. Circularon por internet fotos de agentes migratorios tratando de acorralar a migrantes con sogas como si fueran ganado.

El gobierno estadounidense empezó a expulsar masivamente a los haitianos, aunque al mismo tiempo permitió que miles se quedaran. Las contradicciones le valieron críticas de ambos extremos políticos, reflejando la dificultad en revertir las políticas de Trump sin tener primero un sistema eficaz de asilo.

Algunos factores fueron problemáticos, independientemente de quién sea el presidente, como por ejemplo los enormes retrasos en los tribunales de inmigración, que tardan en promedio cuatro años para decidir un caso.

En base a documentos internos y entrevistas con múltiples funcionarios y ex funcionarios de Estados Unidos y México, migrantes, directores de albergues, activistas y otros — muestra cómo un gobierno lleno de activistas migratorios no estaba preparado para una masiva llegada de gente pidiendo asilo. Muchas de las fuentes hablaron sólo a condición de anonimato al no sentirse cómodas revelando consultas internas.

Cuando se le presentó a la Casa Blanca los resultados de dicha investigación, reaccionó defendiendo sus medidas.

El sistema de pedir asilo

Si bien el gobierno de Biden está tratando de deshacer las políticas migratorias de su predecesor, es también cierto que heredó un sistema de asilo desde hace años disfuncional y que fue un dolor de cabeza para otros presidentes.

En el verano del 2014, una enorme cantidad de niños no acompañados provenientes del llamado Triángulo del Norte Guatemala, El Salvador y Honduras llegaron a la frontera con Texas, un cambio radical con respecto a las tendencias anteriores en que la mayoría de los migrantes eran hombres mexicanos, y lo que animó posturas más duras entre un grupo de funcionarios que luego participaron en la administración Biden. Desde entonces la cantidad de migrantes ha repuntado periódicamente.

Para año fiscal 2019, dos tercios de los detenidos en la frontera eran de Guatemala, El Salvador y Honduras, y más de la mitad eran familias, ambas cifras sin precedente. Los encuentros de la Patrulla Fronteriza con adultos individuales se dispararon bajo el año final de la administración Trump tras la aprobación del llamado Título 42, una norma que permitió expulsar a migrantes sin darles el derecho a pedir asilo, como medida de emergencia bajo la pandemia del coronavirus. Para tales migrantes no había consecuencia legal alguna, lo que alentó la reincidencia.

Bajo esas difíciles circunstancias, Biden asumió la presidencia, rodeado de expertos y activistas en el tema migratorio. Esther Olavarría, una abogada de inmigración que trabajó para el senador Ted Kennedy y para la presidencia de Barack Obama pero que antes fue activista en la zona de Miami, fue miembro del Consejo de Políticas Internas de la Casa Blanca junto con Tyler Moran, quien era director ejecutivo de The Immigration Hub, un grupo de defensa de migrantes.

Entre otros funcionarios importantes estaban David Shahoulian, quien el mes pasado renunció por razones personales a su cargo de subsecretario de Seguridad Nacional para inmigración y seguridad fronteriza y Roberta Jacobson, antes embajadora en México y diplomática de larga data en Latinoamérica quien aceptó trabajar por 100 días en el Consejo de Seguridad Nacional como coordinadora para asuntos de la frontera sudoccidental.

¿Reformas?

La inmigración no es un tema tan prioritario para Biden como lo era para Trump, y en el equipo de gobierno actual no hay un funcionario como Stephen Miller, el asesor de Trump cuya implacable fijación con el tema migratorio le llevaba a llamar por teléfono a sus subalternos varias veces al día, exigiendo actualizaciones.

Pope, una estrecha allegada de Biden, renunció en julio para aceptar el cargo en la Organización Internacional de Migración, en Ginebra.

Un documento interno fechado diciembre del 2020 estimó que sería posible procesar 3.000 solicitudes de asilo en cruces terrestres y 12.000 al mes, dentro de 180 días. Ello nunca ocurrió.

La administración ha aplicado pequeñas reformas, como la agilización de los pedidos en casos familiares o la restauración de una norma de la época de Obama que permite a los menores solicitar en Centroamérica reencontrarse con sus padres en Estados Unidos, en vez de realizar la peligrosa travesía. La propuesta más ambiciosa — traída de la institución académica Migration Policy Institute — ha sido la de asignar a oficiales especializados en temas de asilo a la frontera, para agilizar los procesos.

A pesar de dicha propuesta, que no fue publicada sino hasta agosto pasado, el gobierno de Biden aún no ha difundido detalle alguno de un sistema más “humano” para otorgar el asilo, como había prometido durante la campaña.

Fuente: VOA

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