El histórico desplome del crudo agrava la incertidumbre global

Con la economía global en caída libre, los aviones en tierra, los autos guardados y miles de millones de personas encerradas en sus casas sin poder viajar ni ir a trabajar o desempleadas, un producto que desde hace décadas ha estado presente en el día a día de la gente en todo el planeta cayó en desuso debido a la pandemia del nuevo coronavirus: el petróleo.

Sin demanda, por primera vez en la historia, el precio del crudo cayó debajo de cero en Estados Unidos, y los vendedores, en vez de cobrar, aceptaron pagar para sacárselo de encima.

De todos los derrapes que ofreció la economía global en los últimos dos meses, en los que el mundo se enfrentó a su nueva realidad, ningún giro pareció dejar más perplejos y atónitos a los mercados que la desintegración que sufrió el “oro negro”, eje central de guerras, tensiones y pujas geopolíticas, y némesis favorita de ambientalistas que abogan por una lucha sin cuartel contra el cambio climático.

La inédita anomalía en el precio del crudo se debió a la brutal caída en la demanda global por la pandemia y el freno a la economía por el “gran confinamiento” , pero, también, a un tema técnico: la ingeniería del mercado, donde se pactan precios para distintos contratos de futuros.

Ayer, el precio del barril de petróleo WTI, de referencia para Estados Unidos, para los contratos de mayo, la entrega más inmediata, cerró en -37,63 dólares, tras haber cotizado a 18,27 dólares el viernes último. Pero los precios para los contratos que vencen en junio perdieron más del 10%, y cerraron en 20,43 dólares.

“Es un apretón financiero”, graficó el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en la Casa Blanca. Trump recordó que Arabia Saudita, Rusia, México y otros países de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y sus aliados del grupo OPEP+ acordaron reducir su producción para sostener el precio.

“El problema es que nadie está manejando su auto, en ningún lugar del mundo, esencialmente. Las fábricas están cerradas, los negocios están cerrados”, describió Trump.

El brusco movimiento en el precio para los contratos a mayo, de más de 50 dólares, reflejó una inusual premura por parte de los operadores por sacarse el crudo de encima ante una realidad: las refinerías, los depósitos, los oleoductos y los barcos en altamar están atragantados de petróleo, que, por el cierre de fronteras y las cuarentenas, no tiene alas de avión ni tanques de nafta de automóviles adonde ir a parar. Sin esa demanda, las refinerías han bajado su ritmo de actividad al mínimo y carecen de motivos para seguir comprando más crudo.

“Lo que el mercado de la energía está diciendo es que la demanda no regresará en el corto plazo y hay un exceso de oferta. Por lo general, al crudo se lo vería como un indicador de inflación, pero de repente se convirtió en uno de actividad económica.

Este descenso de precios puede ser bueno si significa que más personas van a las estaciones de servicio, pero eso requiere que la gente salga”, afirmó Kevin Flanagan, estratega de Wisdomtree, a la agencia Reuters.

Los productores petroleros desde Alberta, en Canadá, hasta Texas corren para cerrar los pozos y dejar de bombear crudo, pero no han podido cerrar la canilla lo suficientemente rápido como para impedir que la capacidad de almacenaje en el norte del continente llegue a su tope, y se agote el espacio para guardar el fluido.

La debacle del crudo comenzó a principios de marzo. La propagación del coronavirus, y la cuarentena de Wuhan, en China, asestó el primer golpe. Luego, en marzo, Rusia y Arabia Saudita quebraron la alianza de OPEP+. Los países fracasaron en llegar a un acuerdo, inundaron el mercado y el crudo cayó por debajo de 50 dólares por primera vez desde 2017.

A mediados de abril, Rusia y Arabia Saudita anunciaron un acuerdo para reducir la producción y sostener los precios, pacto que fue alentado por Trump, bajo enorme presión en un año electoral.

La economía estadounidense ya quedó hecha trizas por la pandemia, pero el declive del precio del crudo le asestó un segundo golpe. Estados Unidos es el primer productor global y varios estados petroleros, como Oklahoma, Alaska y Texas, son bastiones republicanos.

La disminución en los precios lleva ya seis semanas y las proyecciones estiman un escenario poco promisorio. La Agencia Internacional de la Energía (IEA, por sus siglas en inglés) calificó 2020 como “el peor año de la historia para el petróleo”, y se refirió a este mes como el “abril negro”.

La organización advirtió que el exceso de oferta pondría a prueba la capacidad mundial de almacenar crudo, con el riesgo de que la saturación en algunos yacimientos obligue a parar la producción.

Archivo CA

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