Pedir perdón y perdonar, esa es la cuestión

Para comprender esta cuestión, en principio, se debe hacer una distinción entre el que pide perdón y el que perdona. Mientras que el primero, se aferra a un sentimiento de culpa y asume su responsabilidad casi inmediatamente; el segundo muchas veces queda anclado a un estado de vergüenza, odio y resentimiento. Esta situación puede llevar un tiempo extra, a veces años para elaborar lo sucedido y, por ende, aceptar las disculpas.

¿Por qué nos cuesta tiempo?

La respuesta es simple, estamos heridos y angustiados. El perdón generalmente no puede tener lugar hasta que el dolor por la traición o el daño se haya debilitado y decrecido en su intensidad. Se alcanza cuando el recuerdo de eso que nos hizo tanto mal ya no nos duele tanto. Es erróneo creer que es instantáneo o automático.

El perdón se alcanza cuando el recuerdo de eso que hizo tanto mal ya no nos duele tanto (Foto: Shutterstock)
El perdón se alcanza cuando el recuerdo de eso que hizo tanto mal ya no nos duele tanto (Foto: Shutterstock)

Perdonar no siempre quiere decir reconciliarnos con el otro que nos traicionó, tampoco justificar u olvidar lo sucedido, pero para que sea verdadero si es fundamental que cese el odio. Es decir, debe haber un cambio de la posición del sujeto respecto del rencor con el otro y deben desaparecer las conductas destructivas que se imaginan contra quien nos ofendió.

Aceptar las disculpas inmediatamente luego de recibir el daño, solo porque la moral y la religión lo escriben, no es lo más recomendable y auténtico. Por otro lado,vivir con ese odio por largo tiempo puede perjudicar la salud física y mental, aumentar el estrés, entorpecer nuestras relaciones interpersonales y actividades diarias. Una persona que no quiere o no puede perdonar es aquella que quedó inmersa en un estado de resentimiento, ansia de venganza, rencor, o amargura.

Cuando se trata de conflictos que son percibidos con alto impacto, la terapia psicológica es fundamental para ayudar a las personas a asimilar lo ocurrido y acompañarlas en el proceso de perdón.

Lo importante es dejar que las heridas sanen y que la psiquis se recupere del trauma, es decir, procesar el daño, asimilarlo y cuando estemos realmente preparados, perdonar.

Archivo CA

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