Superar el estigma del “pelo malo” puede salvar vidas

Según un estudio reciente, el uso de alisadores del cabello duplica las probabilidades de desarrollar cáncer uterino, un hallazgo que refuerza el trabajo de proyectos comunitarios en Latinoamérica que buscan lavar el estigma del “pelo malo” y promover la riqueza de la cultura afrolatina.

“La gente me suelta piropos en la calle por mi pelo. Esa fue la gran diferencia que he notado desde que comencé a llevarlo natural”, se ríe Amaranta Sánchez, una colombiana “del Caribe, bien negra y con el pelo en guardia”, mientras se acomoda el gran afro que le enmarca la cara.

Para esta ingeniera civil, llevar el pelo natural fue “todo un proceso” no siempre placentero. “Tuve que cortármelo bien bajito para eliminar toda la parte tratada con químicos y ser paciente. Al final para mí la queratina era una tortura y el olor horrible. Al final salí ganando”, agrega.

La decisión de Amaranta tendría efectos beneficiosos para su salud. Recientemente, un nuevo estudio publicado en el Journal of the National Cancer Institute de EEUU informó sobre el incremento de las probabilidades de desarrollar cáncer uterino en las mujeres que alisan su cabello regularmente con productos como el formaldehído, común en los populares tratamientos de alisado brasileño o queratina.

Los parabenos y el bisfenol A presentes en estos productos también interfieren en los procesos hormonales. Otros estudios ya han relacionado el uso de alisadores con el cáncer de mama.

Desterrando el estigma del “pelo malo”

Por décadas, los negros y mestizos en Latinoamérica han crecido con el estigma del rizo que hay que controlar y alisar.

En la aclamada película “Pelo Malo”, la venezolana Mariana Rondón explora esta compleja búsqueda de identidad a través de Junior, un niño que quiere a toda costa domar sus rizos para parecerse a su ídolo, un cantante de moda.

En ese país, como en Colombia y Brasil, gran parte de la industria de belleza está dedicada a la producción de alisadores para el cabello, “una maquinaria que se alimenta de siglos de colonización”, asegura Amaranta, quien no obstante afirma que “muchos ya están dándose cuenta de que no hay vergüenza en ser como eres y abrazar las raíces”.

En Cuba, varias iniciativas comunitarias que buscan cambiar la narrativa y “descolonizar mentes”, cuentan con una audiencia que crece por día.

Lo que comenzó como una iniciativa para mostrar la riqueza de la cultura afrocubana, se convirtió en el proyecto comunitario Beyond Roots (Más allá de las raíces) liderado por Adriana Heredia, una joven profesora de Economía convertida en emprendedora. El proyecto ya cuenta con una tienda física para vender productos “afro” como vestidos, camisetas, bolsos, bisutería y jabones creados específicamente para la piel negra.

En su espacio de La Habana Vieja, Beyond Roots también ofrece talleres y seminarios donde comparten consejos de belleza y enseñan técnicas del cuidado del cabello natural ante un público cada vez mayor y más ávido de información.

Ahí es donde entra la línea de productos naturales para el cabello rizo ¡Qué Negra!, un emprendimiento de la cubana Erlys Pennycook convertido en una comunidad con miembros en toda la isla.

“Hemos crecido muchísimo en los últimos tres años, solo en Facebook hemos pasado de 5.000 a 61.000 seguidores y todo eso porque nos hemos mantenido”, explicó Pennycook a la Voz de América en una entrevista vía Whatsapp, el medio que más utilizan para vender sus cremas definidoras, sprays hidratantes y geles.

Rizos al natural

Mantener una producción artesanal con insumos que van desde extractos de plantas como la moringa, albahaca y el romero hasta el costoso y difícil de encontrar aceite de oliva es extremadamente complicado en un país donde algo tan básico como el detergente se convierte en una odisea.

“La pandemia nos ha golpeado duro. No contamos con la logística necesaria pero aun así hemos logrado seguir”, indica Pennycook, quien ya adelanta nuevas adiciones a la línea de productos ¡Qué Negra!, que no se basan en alisar, sino en cuidar y definir los rizos.

Sobre los formaldehídos y otros químicos, advierte que se usan mucho “porque es un ingrediente barato, accesible para la industria cosmética, sin tener en cuenta las consecuencias a largo plazo” y que un cambio de mentalidad a nivel social es algo que lleva tiempo.

“He hecho talleres y conferencias, he tratado de educar desde mi pequeño círculo, para que las personas sepan que hay más opciones que lacearse. Pero no podemos, aunque queramos, cambiar de un momento a otro la mentalidad de las personas hacia un nivel de vida mucho más saludable”, explica.

“Lo que podemos hacer enseñarle cual es el camino correcto y tratar de que por su propia conciencia entiendan el mensaje. Por lo que respecta al estigma y los rezagos culturales ahí si hay que hacer un trabajo más profundo”, indica.

En esto coincide Adriana Pérez, una cubana que vive en Massachussets, EEUU, y que ha dejado de alisarse el cabello en los últimos dos años. “El cambio lleva tiempo. Las mujeres negras deben informarse más sobre los componentes de lo que se ponen en el pelo”, opina, mientras afirma que el empoderamiento no viene con los rizos, sino de adentro.

“Es verdad que llevar el pelo al natural lleva más trabajo, porque tienes que hidratarlo y cuidarlo bien, pero nada se compara con cuatro horas de alisado. No me siento más empoderada que antes, quizá me siento más cómoda, pero nada conmigo ha cambiado. Yo estoy orgullosa de mis raíces”, insistió.

Fuente. VOA 

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