Pocos recuerdan pero el 11 de septiembre de 2001 no fue el primer atentado contra las Torres Gemelas. El World Trade Center de Nueva York ya había sufrido otro atentado, el 26 de febrero de 1993 y fue considerado el primer ataque yihadista en suelo norteamericano y lo que fue la antesala del 11S.
Era un viernes de febrero y el reloj marcaba las 12:18. Una furgoneta entró al garaje subterráneo del World Trade Center, complejo que incluía las Torres Gemelas, emblema de la ciudad de Nueva York. A los 15 minutos después de que ingresara la furgoneta se produjo una gran explosión, lo que generó humo, ruido, corridas y mucha confusión.
En aquella oportunidad el objetivo fue solo una de las Torres. Ese día, unas 55.000 personas estaban en la Torre Sur cuando detonó la bomba. Como resultado del ataque murieron seis personas y otras 1000 fueron heridas.
El atentado se hizo con una bomba cargada con 600 kilos de dinamita, oculta en una rampa de acceso al estacionamiento subterráneo. La explosión dejó un cráter de unos 30 metros de diámetro y unos 60 de profundidad.
Rápidamente, las investigaciones se dirigieron hacia los medios islámicos y el FBI identificó a los culpables. En mayo de 1994, cuatro activistas islámicos integristas fueron condenados por ese atentado, que luego fue imputado a la red terrorista que dirigía el jeque Omar Abdel Rahman, guía espiritual de una organización clandestina egipcia.
El 1 de octubre de 1995, al cabo de un juicio de nueve meses, el líder de la Jamaa Islamiya fue declarado culpable y desde enero de 1996 cumple una pena a cadena perpetua. En enero de 1998 otro activista islámico, Ramzi Yussef, fue declarado culpable de haber organizado el atentado y también condenado a cadena perpetua.
Nadie esperaba que un segundo ataque, unos pocos años después, daría por tierra con ambas torres, un ícono visual de Nueva York desde 1973, y dejaría más de 2600 muertos.