Normalmente los leones y los leopardos del Parque Nacional del Bosque de Gir, en Guayarat, India, no se llevan bien. “Viven en eterno conflicto. Compiten mucho entre sí por territorio y alimentos”, explicó Stotra Chakrabarti, investigador posdoctoral de la Universidad de Minnesota que estudia el comportamiento animal. Pero, hace aproximadamente un año, una joven leona que habita en el parque puso de lado sus diferencias. Adoptó a una cría de leopardo.
El cachorro de dos meses, con sus orejitas peludas y ojos azules, era adorable, y la leona pasó semanas amamantándolo, cuidándolo y dándole de comer, hasta que el cachorro murió de un problema congénito. Lo trató como si fuera uno de sus dos hijos, que tenían más o menos la misma edad.
Este fue un caso raro de adopción entre especies en la naturaleza y el único ejemplo documentado de animales que suelen ser rivales férreos, sostuvo Chakrabarti. Él y otros detallaron el caso la semana pasada en la revista de ecología Ecosphere.
Los autores del artículo, entre los cuales estaba un oficial de protección de la naturaleza y un guardabosques, avistaron por primera vez a este grupo heterogéneo a fines de diciembre de 2018, mientras pasaban el rato cerca de un antílope nilgó recién cazado. Al inicio, pensaron que la amistad sería breve, pues una vez se vio a una leona de la zona de conservación de Ngorongoro amamantando a un leopardo cachorro, pero solo fue un día y luego se separaron.
“Pero en este caso continuó”, dijo Chakrabarti. Durante un mes y medio, el equipo vio a la leona mamá, a sus dos crías y al leopardo pasear por el Bosque de Gir. “La leona lo cuidaba como si fuera suyo, lo amamantaba y le daba la carne que ella cazaba”, narró Chakrabarti. También sus nuevos hermanos lo recibieron, jugaban con su amiguito y a veces trataban de seguirlo cuando escalaba los árboles.
En una foto, el leopardo salta sobre la cabeza de uno de sus hermanos adoptivos, que es casi del doble de su tamaño, pero es evidente que aguanta una buena broma. “Parecía que eran dos cachorros grandes con el pequeño bebé de la camada”, dijo.
Chakrabarti lleva casi siete años estudiando a los leones del parque. Sobre esta alianza poco probable dijo: “Sin duda fue el momento más asombroso que vi”. Sus colegas investigadores que trabajan en un proyecto de protección del león asiático en India, algunos de los cuales observaron al gran felino desde hace décadas, tampoco “habían visto algo semejante”, añadió.
A diferencia de sus contrapartes en África, los leones asiáticos viven en pequeños grupos segregados por sexo. Después de que dan a luz, las leonas suelen separarse del resto de la manada durante unos meses para criar solas a sus cachorros. Si esta familia improvisada hubiera interactuado más con otros leones adultos, quizá el leopardo habría sido identificado como un impostor, conjeturó Chakrabarti.
Pero nunca tuvieron que enfrentarse a eso. Luego de unos 45 días, el equipo de investigadores vio el cuerpo del leopardo tirado cerca de un abrevadero. Una necropsia realizada en el campo reveló que lo más probable era que había muerto de una hernia femoral que tenía de nacimiento. “Habría sido fantástico ver, cuando creciera la cría de leopardo, cómo serían las cosas.
Pero no fue así”, se lamentó. La historia del cachorro leopardo se suma a otros dos ejemplos documentados de adopción entre especies en la naturaleza: todas tan tiernas que podrían ser de un libro para nenes, pero tan inusuales como para interesar a los científicos.
En 2004, un grupo de monos capuchinos adoptó a un bebé tití. En ese mismo año, una familia de delfines nariz de botella hizo lo mismo con un ballenato cabeza de melón, que aprendió a surfear y saltar como sus nuevos compañeros.
En todos estos casos, una madre lactante integró al nuevo bebé en su camada, señaló Patrícia Izar, profesora asociada de la Universidad de San Pablo en Brasil y parte del equipo que estudió la adopción del bebé tití por parte de los monos capuchinos. Es posible que los cambios hormonales asociados con el puerperio “faciliten el vínculo afectivo con una cría ajena”, explicó.
Si bien la adopción del leopardo fue bastante sorprendente, también trae a colación las similitudes entre los cachorros de diferentes especies de felinos, comentó Chakrabarti. Hasta que alcanzan la edad adulta, cuando surgen las diferencias sociales, los leones y los leopardos juegan, maúllan y piden leche de manera similar.
Para esta madre leona, estos puntos en común quizá taparon sus características “leopardescas”, como su olor, tamaño y apariencia moteada. “Simplemente se integró”, concluyó Chakrabarti.