Políticamente incorrecto y dueño de una personalidad excéntrica, Boris Johnson supo llegar a lo más alto de la política británica aún habiendo estado en más de una oportunidad en el centro de diversas polémicas.
En los últimos días preocupó su estado de salud luego de ser internado en terapia intensiva por coronavirus. Desde Downing Street llevaron tranquilidad este miércoles al asegurar que el líder del Partido Conservador, de 55 años, está “mejorando” y “respondiendo al tratamiento”.
Nacido el 19 de junio de 1964, en Nueva York, Estados Unidos, Alexander Boris de Pfeffel Johnson, durante su niñez sufrió de sordera, por lo que necesitó varias cirugías para insertarle tubos de timpanostomía en los oídos.
Hijo de la élite inglesa, en su infancia vivió en Nueva York, Londres y Bruselas, antes de asistir al exclusivo Eton College, colegio al que asiste la aristocracia británica (príncipes, primeros ministros y actores). Más tarde estudió clásicos en el Balliol College de Oxford, donde fue presidente de la Unión de Oxford.
Pero después de trabajar como consultor de gestión, se embarcó en la carrera de periodismo. En 1987 comenzó como reportero para The Times, donde fue despedido por falsificar una cita en un artículo sobre el supuesto amante de Eduardo II y atribuirla a su padrino, el historiador de Oxford Colin Lucas.
“Tenía 23 años, estaba lleno de culpa y vergüenza porque este error -esta metedura de pata mía atribuida a Colin- se hubiera deslizado a la portada de The Times, que era territorio sagrado para mí”, admitió Johnson tiempo después.
Luego trabajó para The Daily Telegraph, donde se desempeñó como corresponsal en Bruselas que cubría la Comunidad Europea. Ese puesto lo mantuvo desde 1989 hasta 1994, año en que pasó a ser editor asistente (1994-1999). En 1999 fue nombrado editor de la revista The Spectator, cargo que tuvo hasta 2005.
Su aspecto desaliñado y sus comentarios frecuentemente irreverentes trascendían la pantalla chica, por lo que empezó a hacer apariciones en una gran variedad de programas de televisión.
Ya en ese entonces daba sus primeros pasos en la política. En 1997 fue elegido como el candidato conservador de Clwyd South en la Cámara de los Comunes, pero perdió categóricamente ante el titular del Partido Laborista, Martyn Jones. Cuatro años más tarde, en 2001, se volvió a presentar al Parlamento. Esta vez ganando el concurso en la circunscripción de Henley-on-Thames.
Si bien su frecuente aparición en la televisión británica lo convirtió en uno de los políticos más reconocidos, su ascenso político también se vio amenazado por sus controvertidas columnas en The Spectator y por su vida privada.
En 2004 fue destituido de su cargo de ministro de artes en la sombra tras los rumores de un presunto affaire con una periodista. Pese a haber pasado meses en el centro de la polémica, fue reelegido para su escaño parlamentario en 2005.
Durante su carrera política siempre continuó ligado al periodismo escribiendo columnas. En dos oportunidades tuvo que pedir disculpas por el contenido de sus artículos. Pero la más resonante fue cuando tuvo que disculparse con todo un país al asociar en una columna a Papúa Nueva Guinea con “canibalismo y matanzas de líderes tribales”.
Ese fue siempre el sello de Johnson, un gran admirador de Winston Churchill -sobre el que escribió una biografía-. Polémico, ácido y de carácter afable y cómico. Para sus críticos siempre fue un “bufón sin principios”, mientras que sus partidarios desde el principio vieron en él “un tesoro nacional”.
Para muchos, esa falta de miedo al ridículo, y su imagen de inglés excéntrico y erudito le sirvieron para hacer frente a la distinguida clase política inglesa. Como en 2012, durante los Juegos Olímpicos que se celebraron en la capital británica, cuando se colgó de un cable en medio de la ciudad para celebrar la primera medalla de oro británica.
El gran salto lo dio en 2008, cuando se convirtió en alcalde de Londres, puesto que mantuvo hasta 2016. Durante su gestión tomó medidas populares, como prohibir el consumo de alcohol en el transporte público o lanzar el sistema público de alquiler de bicicletas, que todavía hoy se conocen como “Boris bikes”.
En 2016 comenzó a gestarse el líder detrás del Brexit. Ese año decidió apoyar la salida de la Unión Europea (UE), aunque eso implicó darle la espalda a su líder en el Partido Conservador, David Cameron, por entonces primer ministro. Pero también fue duramente criticado, y acusado de oportunista, puesto que había escrito una columna en contra del Brexit y otra a favor.
Tras el referéndum celebrado el 23 de junio de 2016, en el que más de la mitad de los votantes optaron por retirarse de la UE, Cameron dejó el cargo. En su lugar asumió Theresa May, quien nombró a Johnson como su secretario de asuntos exteriores.
Sin embargo, no pasó mucho tiempo hasta que quedó en evidencia las diferencias entre ambos sobre cómo salir del bloque. Mientras May luchaba con Bruselas para definir un acuerdo, Johnson siempre defendió la postura de un Brexit duro.
Así es que en julio de 2018 renunció a su puesto en el gobierno de May, criticando el acuerdo al que la primera ministra había llegado con la Unión Europea. Acuerdo que nunca tuvo el visto bueno del Parlamento, ni siquiera sus modificaciones, por lo que el 24 de julio de 2019 la mandataria dimitió al cargo.
Ahora sí, todas las fichas estaban depositadas en Johnson, el gran favorito a convertirse en el líder del Partido Conservador. Al asumir el cargo de primer ministro, su siguiente y mayor reto era conseguir una amplia mayoría en el Parlamento para ejecutar el Brexit después de tres años de idas y vueltas. Esto lo logró con la victoria más abrumadora para los conservadores en más de 30 años.
Divorciado dos veces, ahora vive en Downing Street con su novia, Carrie Symonds, de 32 años, que espera un bebé para este verano. Prometidos recientemente, la pareja tenía previsto casarse en los próximos meses.
La popularidad del mandatario venía en alza hasta el coronavirus comenzó a golpear a Europa. Mientras Italia y España contaban de a miles las cantidad de infectados por día, muchos le criticaban a Johnson su flexibilidad ante la pandemia. Algunos incluso sostenían que estaba subestimándola al no tomar medidas drásticas. Pero al cabo de unos pocos días estas medidas llegaron, al ver que en el Reino Unido comenzaron a ascender sustancialmente los casos de contagios.
Hace más de una semana, él mismo fue diagnosticado con COVID-19. El pasado domingo fue internado en un hospital de Londres por recomendación de su equipo médico. Sus colaboradores afirmaban que “seguía al mando” y él mismo tuiteó desde su cama hospitalaria, asegurando que estaba de “buen ánimo”.
Pero el lunes se produjo el momento de mayor preocupación cuando debió ser trasladado a cuidados intensivos. Este miércoles, Edward Argar, secretario de Estado de Salud, sostuvo que el jefe de Estado “sigue sin utilizar respirador, de buen ánimo” y “mejorando”.
“Si algo sé sobre este primer ministro es que es un luchador y volverá a guiarnos a través de esta crisis en poco tiempo”, afirmó el ministro de Relaciones Exteriores, Dominic Raab, quien se encuentra por estos días reemplazando a Johnson en sus funciones.