COVID-19: Guatemala cuenta con la tasa de vacunación más baja de América Latina 

Los datos del Instituto de Bioética Johns Hopkins Berman fueron publicados en la revista científica Nature donde se trató los puntos que provocaron que las personas no se acercaran a los centros de vacunación. 

Guatemala cuenta con la tasa de vacunación de COVID-19 más baja de América Latina, alrededor del 35% de la población se aplicó el esquema completo.

Un grupo de investigadores estudió la vacilación de las vacunas en Guatemala para comprender la resistencia a ellas en busca también de lecciones que sirvan en todo el mundo para futuras emergencias de salud pública. 

El Ministerio de Salud registró un estimado (debido a la falta de pruebas) de más de 900,000 infecciones por SARS-CoV-2 y 18,500 muertes, desde el inicio de la pandemia, datos que han aumentado pues la tasa de vacunación se está desacelerando según Óscar Chávez, cofundador del laboratorio de análisis “Laboratorio de Datos”.

Según el Instituto Johns Hopkins Berman en el interior del país una de cada cuatro personas recibió una sola dosis por varias razones: religión, la barrera del idioma, les huellas dejadas por el conflicto armado interno y la falta de educación. 

Según explica, los funcionarios de salud no trabajaron de la mano con los líderes comunitarios para generar confianza y el gobierno no brindó información clara de las vacunas en los 22 idiomas mayas, garífunas y xinca, hablados por más del 50% de la población.

El conflicto armado y la historia de abusos contra los derechos humanos a las comunidades indígenas fue un factor determinante en la confianza a la aplicación pues las heridas del pasado de violencia aún no sanan, como aportó al estudio Lesly Ramírez, asesora de participación ciudadana del Centro de Estudios para la Equidad y la Gobernanza en los Sistemas de Salud en la Ciudad de Guatemala.

La falta de consideración por parte del gobierno a la diversidad étnica de Guatemala a la hora de implementar el plan de vacunación fue clave, material educativo como folletos, carteles y anuncios de radio que promovían las vacunas contra el COVID-19, se publicó exclusivamente en español y el gobierno solicitó que se tradujera a todos los idiomas hasta noviembre de 2021.

También influyó el historial de violaciones étnicas por parte de las autoridades médicas y militares (encargadas en muchos casos de las jornadas de vacunación) en los años 80 y 90. Mónica Berger González, antropóloga de la Universidad del Valle de Guatemala. “cuando llega el ejército para entregar las dosis, por supuesto que la gente no se presentará para recibir las vacunas. Se van a esconder”.

El miedo a las vacunas fue otro aspecto, los habitantes del 54% de los hogares estaban preocupados por los efectos secundarios, pues no se informó a la población acerca de los síntomas que generaban las aplicaciones de las dosis. En el plano religioso, muchos pobladores afirmaron que no se vacunarían porque Dios los iba a proteger, respaldados por los líderes religiosos. 

Otro problema fue la logística, un informe de la Organización Panamericana de la Salud OPS encontró que cuando los sitios de vacunación se quedaron sin dosis, rechazaban a las personas, esto disuadió a otros de intentar visitarlos.

El viaje a un centro de vacunación en las cabeceras departamentales significaba hacer un viaje muy costoso de varias horas. Es la elección entre vacunarse o comprar dos libras de maíz, explicó Petzey Quiejú.

El lanzamiento irregular de la vacuna en Guatemala es el resultado de no haber presentado una estrategia integral que incluyera a los líderes y las comunidades indígenas, dice Nancy Sandoval, presidenta de la Asociación Centroamericana y del Caribe de Enfermedades Infecciosas en la Ciudad de Guatemala.

Los investigadores en Guatemala esperan que las soluciones locales exitosas, como la creación de redes comunitarias para generar confianza, puedan usarse en todo el país y tal vez más lejos.

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