Allí funcionó el mayor centro de detención, tortura y desaparición de personas de la última dictadura militar de Argentina, entre 1976 y 1983.
“La Argentina debe ser felicitada por traer esta nominación y buscar justicia por los hechos cometidos por la dictadura contra oponentes armados y no armados y entender la influencia global y la resonancia de estos eventos en el Museo ESMA”, indicó el organismo al anunciar la declaratoria, según información difundida por la agencia estatal Télam.
La decisión de sumar este edificio emblemático de Argentina a esta lista, donde ya se encuentran otros como el campo de Auschwitz-Birkenau y el Memorial de la Paz de Hiroshima, se dio en el marco de la 45ª sesión del Comité del Patrimonio Mundial del organismo ―integrado por 193 Estados miembro y que forma parte de la ONU―, que tiene lugar en Riad, Arabia Saudita, tras la conclusión de la labor del comité evaluador.
En la sesión, la Unesco estableció que “el Museo Sitio de Memoria ESMA-Ex Centro Clandestino de Detención, Tortura y Exterminio está asociado y es representativo de la represión ilegal llevada a cabo y coordinada por las dictaduras de América Latina en los años 1970 y 1980 sobre la base de la desaparición forzada de personas”, de acuerdo con información difundida por el gobierno de Argentina.
La distinción llega cuando Argentina está a punto de cumplir 40 años del retorno de la democracia y en plena campaña electoral, con algunos candidatos que relativizan los crímenes cometidos por los militares o reivindican su actuación.
Por su parte, el presidente Alberto Fernandez enfatizó la designación de ese lugar, donde dijo que “se expresó lo peor del terrorismo de Estado”.
“Han dado un paso importante: han convertido la Escuela de Mecánica de la Armada en un sitio de memoria dentro del patrimonio universal de la Unesco. La memoria hay que mantenerla viva, básicamente, para que las malas experiencias no se repitan”, sostuvo en un vídeo en el que también agradeció el trabajo de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, organización cuyo objetivo es localizar y restituir a sus legítimas familias a todos los niños apropiados por la última dictadura.
Fernández añadió que le daba “mucha tranquilidad” que se resalte a la ESMA como un sitio de memoria, “para que nadie en Argentina pueda negar u olvidar el horror que se vivió allí”.
“La memoria colectiva es lo que hace que los pueblos no repitan sus historias”, dijo.
El secretario de Derechos Humanos de Argentina, Horacio Pietragalla Corti ―hijo de desaparecidos durante la última dictadura y nieto recuperado por las Abuelas de Plaza de Mayo en 2003― viajó a Riad con la delegación argentina.
“Que la comunidad internacional que conforma Unesco haya reconocido el Museo ESMA es también reconocer que en ese lugar se cometieron delitos de lesa humanidad y violaciones sistemáticas de derechos humanos. Esto significa que el terrorismo fue uno solo y fue del Estado. El Estado argentino ya ha manifestado en sus tres poderes, Judicial, Legislativo y Ejecutivo, que lo que sucedió en Argentina fueron delitos de lesa humanidad y se cometió un genocidio. Hoy, gracias a esta noticia que nos enorgullece, la comunidad internacional está manifestando lo mismo que el Estado argentino”, sostuvo.
El Museo Sitio de Memoria ESMA funciona en lo que fue el casino de oficiales, edificio donde se estableció el centro clandestino de detención, tortura y exterminio. Ya había sido declarado Monumento Histórico Nacional y Bien Cultural del Mercosur. Ahora se suma el reconocimiento de Unesco como Patrimonio de la Humanidad por su “valor universal excepcional”.
Pero más allá de los reconocimientos, es una evidencia del accionar del terrorismo de Estado y una prueba judicial en las causas por crímenes de lesa humanidad que actualmente se llevan a cabo en Argentina. Por eso, aunque desde 2015 funciona el museo basado en los testimonios que los sobrevivientes brindaron en el Juicio a las Juntas de 1985 y en los juicios reiniciados a partir de 2004, no se alteró el edificio para preservar cualquier prueba que pueda obtenerse allí.
Sin modificar la estructura del espacio, el recorrido museográfico incluye los lugares donde estaban los detenidos clandestinos, como el sótano donde estaban las salas de tortura y de trabajo esclavo; los sectores conocidos como Capucha y Capuchita, donde permanecían encerrados en condiciones inhumanas, o la pieza de las embarazadas, donde mujeres cautivas parieron en la clandestinidad a sus bebés, que luego les sustrajeron, entre otros espacios que pueden recorrerse.
“Sin duda es de suma importancia lo que ha sucedido hoy porque obliga a los Estados a garantizar una política de promoción de preservación del edificio, no importa el sello político que gobierne. Esto es una política que se tiene que continuar a través del tiempo y generar una política de no repetición y de promoción hacia las nuevas generaciones”, agregó Pietragalla Corti.