“¿Jura o promete decir la verdad?”. Esta ha sido la pregunta con la que la presidenta de la sección 21 de la Audiencia Provincial de Barcelona ha recibido este martes a cada uno de los 19 testimonios que han sido llamados a declarar. Una pregunta que la magistrada ha acompañado del preceptivo recordatorio del castigo que pueden recibir si ofrecían falso testimonio a este tribunal encargado de decidir si Dani Alves fue culpable, o no, de un delito de agresión sexual a finales de 2022.
Y lo cierto es que la pregunta se ha escuchado de forma bastante seguida, ya que la segunda sesión de este juicio se ha desarrollado de forma más ágil que la anterior. A lo largo de las tres horas que ha durado la sesión los testigos han entrado, ocupado su silla y vuelto a salir de forma ligera.
Mientras que Alves, vestido con jersey de color beige, pantalones tejanos y gafas ha asistido a cada declaración flanqueado por dos agentes de los Mossos d’Esquadra – la polícia autonómica de Cataluña- desde su asiento en la primera fila, en la misma esquina inferior izquierda de la imagen que los monitores de este órgano judicial facilitan a la prensa acreditada.
En total, la sala ha escuchado a tres trabajadores de la discoteca Sutton, diez agentes de los Mossos d’Esquadra, un abogado amigo de la denunciante, tres amigos de Alves, el gerente del restaurante donde Alves comió y cenó con amigos, y a su esposa, Joana Sanz.
La reconstrucción de una jornada con alcohol
Según la versión facilitada por los tres amigos que estuvieron con Alves el 30 de diciembre de 2022, la jornada empezó con una comida en el restaurante “La Taverna del Clínic” sobre las dos y media de la tarde, hora local.
“Pasamos mucho rato, estuvimos hasta la una de la madrugada porque hacía mucho tiempo que no nos veíamos”, afirmó el amigo del futbolista, Bruno Brasil, acompañado de una intérprete. Entre los cuatro bebieron “cuatro botellas de vino y una de whisky”, ha añadido. “Dani, seguramente, tomó una botella y media de vino y unas dos copas de whisky”, afirmaba. Un whisky que, según el testimonio ofrecido por el gerente de ese restaurante, tenía un precio aproximado de US$270.
“Bebió bastante”, reconocía Tiago, otro amigo que estuvo presente en esa comida. “Junto con Ulisses [el tercer amigo presente en la jornada] fue el que más bebió”, ha añadido.
Ya sobre la una de la madrugada del 31 de diciembre, los cuatro salieron del local para dirigirse al Nuba, un restaurante y local de copas situado en el este de la ciudad. “Le vi muy alegre, muy contento, me hizo una broma al salir” reconocía el gerente del local donde comieron según lo vio salir.
Una vez arribados al siguiente local, “pedimos cuatro copas de gintonic entre los cuatro”, señalaba Ulisses, quien ha agregado que cuando dejaron este lugar Alves salió “alterado, en el sentido de que bebió bastante alcohol”.
Pero después del Nuba todavía quedaba noche por delante. En ese momento, Thiago y Ulisses deciden marchar a casa, según han reconocido en sala judicial, mientras que Bruno Brasil y Dani Alves decidieron seguir a Sutton, a unos dos kilómetros de distancia.
“Es un cliente habitual” ha afirmado el responsable de sala de la discoteca al ser preguntado por la acusación particular sobre la llegada del jugador. Aunque en esa ocasión “no estaba como siempre, yo notaba que había bebido o que había tomado algo” ha señalado.
Pero eso no fue una razón para detener la noche, ya que según ha apuntado Brasil en su turno de declaración pidieron una “magnum de cava” -una botella muy grande- una vez que se sentaron dentro del área vip del local. “Consumió cuatro copas de cava”, ha ampliado Brasil.
A partir de ahí es cuando un camarero invita a las tres chicas a unirse al reservado a pedido del propio Brasil y cuando las versiones de lo ocurrido empiezan a diferir. “¿Vio usted si la denunciante y sus amigas estaban incómodas?” ha preguntado la defensa de Alves a Brasil; “No, por lo contrario, lo estaban pasando muy bien” ha respondido.
Y es que, según este amigo de Alves, tanto el jugador como la denunciante bailaron y mostraron “una química respetuosa, sexual pero respetuosa”. Incluso ha apuntado que cuando la joven salió del baño, tras la presunta agresión sexual, ella “estaba normal”.
Alves, por su parte, marchó del local perjudicado. Según ha declarado su esposa, Joana Sanz, llegó al domicilio familiar de ambos en Barcelona “sobre las cuatro y pico de la madrugada”, “muy borracho y oliendo a alcohol”. “Cuando entró en la habitación…tenemos varios muebles y se chocó contra el armario […] y se desplomó en la cama”, ha detallado ante las preguntas realizadas por Inés Guardiola, abogada de su marido.
Cámaras de discoteca corroborarían versión de la denunciante
El personal de la discoteca tan solo tuvo conocimiento de lo que había ocurrido tras ver a la joven denunciante llorando en un pasillo. Robert Massanet, director del Sutton, ha afirmado a la fiscal que se acercó al ver que el portero estaba charlando con ellas. “Costó muchísimo que nos dijera lo que había pasado” ha señalado, “la invitamos a la sala de al lado para que estuviera más tranquilla”.
Ahí es cuando la denunciante les contó “que había sido víctima de una agresión sexual”. Tras un rato intentando convencerla, Massanet decidió activar el protocolo que tienen previsto para casos de acoso o agresión sexual, tal y como ha reconocido durante el juicio.
Con ese aviso llegan dos agentes de los Mossos d’Esquadra al local. Uno de los que atendió a la joven ha afirmado, tal y como hicieron este lunes su amiga y su prima ante el tribunal, que “inicialmente no quería declarar, porque tenía miedo por la repercusión” que eso podría tener, “que se hiciera público su nombre” y porque “se creía que era ella la culpable de lo sucedido. Tuvimos que calmarla, contarle que era la víctima”, ha explicado. “Estaba en shock”.
Tras recibir atención médica en el Hospital Clínic esa misma noche y tomar algo de coraje, la joven decidió presentar una denuncia ante las fuerzas de seguridad el 2 de enero, según han afirmado varios agentes del cuerpo de seguridad llamado a declarar. Poco después, la joven visionó las imágenes que las cámaras del Sutton habían tomado durante la noche que tuvieron los hechos, tal y como ha afirmado la agente de los Mossos que recogió su denuncia. “¿La versión de la víctima venía corroborada por las imágenes de las cámaras de Sutton?” ha preguntado entonces la fiscal a esta agente, a lo que ella ha respondido escuetamente “sí”.
Penas solicitadas por la acusación
La acusación particular solicita 12 años de prisión para Alves por un delito de agresión sexual, tres meses de multa por un delito de lesiones y alrededor de US$ 162.000 como indemnización.
Por su parte, la fiscalía solicita nueve años de prisión y US$ 162.000 de indemnización.
Vista la gravedad de las penas solicitadas, la defensa de Alves intentó un acercamiento con la otra parte en días anteriores, con el objetivo de llegar a un acuerdo de conformidad y así evitar el juicio oral. No obstante, la propuesta ofrecida no convenció a Ester García, abogada de la denunciante, quien contó a CNN que esta se traducía en una pena de prisión que podría suponer la inmediata liberación de Alves y una indemnización superior a la que han solicitado.
Anteriormente Alves ha asegurado que los hechos fueron consentidos. En un comunicado publicado en abril por el despacho de abogados que lo representaba, su defensa afirmó que el brasileño declaró ante la jueza de instrucción que el acto tuvo lugar en un baño de la zona VIP de la discoteca, tras constatar que había “interés mutuo y tensión sexual desde el principio” con la denunciante. Alves añadió que lo ocurrido fue “un acto libre y voluntario” y que la joven “no dijo en ningún momento que parara”.