Cuando nuestros deseos van en contra de las decisiones que tomamos

Sabemos que descansar es necesario para tener salud mental, pero de todas formas nos dormimos a cualquier hora o acostamos tarde a los chicos. Sabemos las ventajas de tener una alimentación saludable y comer neuroalimentos que protegen el cerebro contra enfermedades, potencian el desarrollo y permiten un funcionamiento óptimo, sin embargo elegimos alimentarnos mal y les damos lo mismo a nuestros hijos.

Nos informamos sobre los beneficios de hacer ejercicio y estar en contacto con la naturaleza, y siempre optamos por el sedentarismo y pasar tiempo metidos dentro de las mismas cuatro paredes. Protestamos sobre cómo la tecnología “secuestra” nuestro tiempo y atención, y evidentemente la de los chicos, pero seguimos utilizándola sin medida ni control.

Y así podrían seguir las enumeraciones en las que es completamente evidente que, a pesar de saber y de tener la información, seguimos tomando malas decisiones.

En ellas se reflejan las consecuencias con el aumento de enfermedades psiquiátricas. Tanto los adultos como los chicos cada vez más estresados, ansiosos, deprimidos, con problemas en el aprendizaje y la memoria, y sin mencionar el aumento progresivo de diferentes tipos de demencias.

Si existiera una sola palabra que englobe a toda esta gran problemática social sería “inflamación”, y para entender de qué se trata hay que detenerse primero a definir su concepto. Es una reacción que se desencadena en una parte del organismo o en los tejidos de un órgano y que puede estar provocada por agentes patógenos o sustancias irritantes.

Entonces, hablamos de una inflación de ciertas estructuras del cerebro que, por dos tipos de estímulos (agentes patógenos o sustancias irritantes), están afectando su correcto funcionamiento y este tiene una relación directa con la toma de decisiones correctas, ¿no les parece?

La próxima incógnita sería entonces, ¿qué agentes o sustancias están inflamando nuestro cerebro? Desde mi opinión y después de varios años de estudio estoy convencida de que son varios, pero hoy nos enfocamos solo en dos: Específicamente, dos monstruos de la industria: la alimentación y la tecnología.

Hoy la ciencia confirmó que comer alimentos altos en azúcar y grasas “malas” está asociado con un estado de inflamación del hipocampo: una región del cerebro que está relacionada con la memoria, el aprendizaje y con la capacidad de inhibir una conducta. Y hoy sabemos que cuando nos exponemos a una dieta inadecuada, esta configuración sufre alteraciones bioquímicas y realmente significativas.

¿Cómo esperamos tomar buenas decisiones si la estructura fundamental para ejecutarlas está completamente inflamada por comer azúcar y frituras?

Y lo más importante, cómo esperamos que esta misma se desarrolle en los más chicos y funcione de la mejor manera, si en los momentos más críticos de crecimiento y aprendizaje les estamos dando los mismos malos alimentos que comemos nosotros.

¿Y la tecnología qué hace? Hoy hablamos de una estructura cerebral llamada el núcleo estriado, una zona que tiene una gran relevancia en cuanto al desarrollo de nuestros gustos y deseos. Lo que no nos gusta y lo que deseamos.

Esta área es la encargada de identificar qué cosas (alimentos, actividades u objetos) le gustan más en función de dos factores: la intensidad del estímulo y su velocidad de llegada (que tan intenso y rápido será). Entonces cuanto más potente, novedoso y gratificante sea ese estímulo, más le gustará al cuerpo estriado.

Y resulta que la tecnología y todo lo que recibimos de ella es sumamente rápido y sin duda gratificante. Y lo que hoy sabemos es que esos mismos “chispazos” de dopamina (neurotransmisor que está presente en diversas áreas del cerebro) que sentimos al jugar en la web, ver un “like” en las redes sociales o tener un comentario en un foto, no se consiguen tan fácil en la vida real.

Entonces, los chicos que están expuestos desde temprana edad, en la adolescencia la buscan en el sexo, las droga y la pornografía. Y como adultos, es lo que vemos hoy en el uso descontrolado. Esa fuente inagotable de búsqueda de todo que nos hacer perder momentos para compartir con personas amadas, para hacer ejercicio, descansar, conectarnos con nosotros mismos. En fin, usar nuestro tiempo valiosamente.

Así podemos preguntarnos, ¿quién determina nuestra vida? ¿Somos nosotros quienes optamos por malas decisiones para nuestra salud mental? ¿O es la industria que está detrás de los alimentos que compramos y lo que recibimos a través de la tecnología? No te engañes, tomá el control de tu salud mental, las riendas de tu vida y enseñale a tu hijo a inclinarse por mejores decisiones.

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