Conscientes de la agresividad del enemigo en común, y seguros de que ningún país se las puede arreglar sin aliados, científicos de todo el mundo inauguraron ayer en Ginebra una reunión para coordinar una respuesta que permita contener el avance del coronavirus.
El encuentro de dos días de 400 expertos en la sede de la Organización Mundial de la Salud (OMS) coincide con la iniciativa de la Unión Europea (UE), que mañana buscará consensuar medidas entre los miembros del bloque para no dar golpes ciegos y dirigir los esfuerzos de manera racional.
Se trata de dos citas de alto nivel en contra de la epidemia nacida en China en diciembre que hasta ayer dejaba 1017 muertos y 42.708 enfermos solo en ese país, con numerosos casos en el mundo y un ritmo de expansión que no deja de crecer.
Todo con la novedad de que la primera vacuna recién estaría lista dentro de 18 meses, según reveló ayer el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus.
El dirigente calificó la epidemia de “amenaza muy grave” para el mundo y llamó a todos los países a que se muestren solidarios compartiendo los datos de que disponen.
“Esto es especialmente cierto en lo que respecta a las muestras y a la secuenciación” del virus, precisó. “Para vencer esta epidemia, necesitamos un reparto equitativo”, insistió Tedros, que la semana pasada protestó abiertamente por la reticencia de ciertos países desarrollados a compartir información.
Los científicos reunidos en Ginebra deben examinar los medios de lucha contra la epidemia centrándose en su transmisión y en los posibles tratamientos. También deben compartir sus conocimientos sobre las posibles fuentes de la enfermedad, que según las teorías en curso se habría originado en murciélagos y luego migrado a otros animales, antes de llegar a los seres humanos.
Paralelamente a esta labor en Suiza, la OMS comenzó a enviar a muchos países equipos de protección y de detección, en particular a Estados de África. También envió una misión de especialistas a China encargada de trabajar con los científicos y las autoridades del país.
Los ministros europeos de Salud tienen pautada para mañana una reunión de emergencia en Bruselas para debatir cómo evitar la propagación del patógeno en la UE, con la participación de un representante de la OMS, donde buscarán un enfoque coordinado de los 27 gobiernos que integran el bloque.
El principal asesor médico de China sobre la epidemia, Zhong Nanshan, dijo que la cantidad de casos nuevos se estaba reduciendo en algunos lugares del país y que tenía la esperanza de que el brote alcance su punto máximo este mes, por lo que en adelante se produciría una estabilización hasta un estimado final de juego el próximo abril.
“Espero que este brote o este evento haya terminado aproximadamente para abril”, dijo Zhong, de 83 años, un epidemiólogo que ganó fama por la lucha contra la propagación del SARS en 2003.
El director de la OMS reflejó menos optimismo y dijo que el coronavirus debería considerarse una amenaza tan grave como un ataque terrorista. “Para ser honesto, un virus tiene más poder para crear agitación política, social y económica que cualquier ataque terrorista -afirmó-. Es el enemigo público número uno”.
El gobierno chino lanzó una gran campaña de propaganda contra el coronavirus, con mensajes y eslóganes en las calles que mezclan la prevención y la ideología para movilizar a los miles de millones de ciudadanos aterrorizados.
“No salgan, no abran las ventanas, lávense bien las manos, usen máscara”, repiten los medios oficiales de radio y televisión, que declararon una “guerra popular” contra la epidemia. “Alcemos la bandera del partido [Comunista] frente a la epidemia”, dice otro eslogan en Zhejiang, una provincia del este muy afectada por la expansión del patógeno.
En la provincia de Hubei, donde surgió la epidemia, los mensajes incluyen amenazas contra los posibles contagiados. Como un cartel en un edificio de la ciudad de Yunmeng: “Los que no declaran su fiebre son enemigos”.
Con la fantasmal e invisible presencia del coronavirus como telón de fondo en la vida privada y pública, las empresas del país están volviendo lentamente a la actividad tras el extendido receso del Año Nuevo lunar, castigadas por los cortocircuitos que la epidemia causó en el funcionamiento de la segunda economía mundial.
Las garantías del presidente Xi Jinping de que se evitarían cesantías generalizadas se enfrentaron a la realidad de los despidos que comienzan a producirse por la interrupción de las cadenas de suministros para las multinacionales, de automotrices a fabricantes de smartphones. Más de 300 empresas pidieron préstamos bancarios por 8200 millones de dólares para ayudarlas frente a una eventual crisis.
Ante las restricciones de viajes, las cuarentenas y las suspensiones que afectan en su totalidad a la economía china, los mercados e inversores aún intentan calcular o pronosticar el impacto probable.
La firma china Xinchao Media dijo que despidió a 500 personas, un poco más de una décima parte de su fuerza laboral, y la cadena de restaurantes Xibei indicó que le preocupaba cómo pagar los sueldos de sus cerca de 20.000 trabajadores.
Agencias AP, AFP, ANSA y Reuters