El ejercicio regular durante la adultez puede proteger los músculos contra las pérdidas y daños que se producen a medida que avanza la edad. También genera que soporten el daño inflamatorio mucho mejor que los músculos de las personas mayores sedentarias, según un estudio realizado a diversos deportistas.
Las personas físicamente en forma tienden a tener niveles más bajos de inflamación en sus cuerpos que las personas inactivas. (Foto: Shutterstock)
La investigación afirma que los músculos de los hombres mayores activos se parecen, a nivel celular, a los de los jóvenes de 25 años.
La sarcopenia, entendida como la pérdida de masa, fuerza y función muscular, es una característica fundamental del envejecimiento. La mayoría comienza a perder algo de esto a principios de la mediana edad, y el proceso se acelera a medida que pasan los años.
Si bien las causas de esta disminución siguen siendo desconocidas, la mayoría de los investigadores están de acuerdo en que hay una relación entre el aumento de edad y de inflamación en todo el cuerpo.
El doctor Todd Trappe, profesor de ciencias del ejercicio en la Universidad Ball State en Muncie, Indiana, y sus colaboradores, que durante mucho tiempo estudiaron la fisiología de los atletas mayores, sabían que las personas físicamente en forma tienden a tener niveles más bajos de inflamación en sus cuerpos que las personas inactivas.
Entonces, se preguntaron si los mayores en actividad tendrían más masa muscular y más saludable.
El estudio
Para averiguarlo, los científicos de Ball State recurrieron a un grupo de hombres y mujeres locales de entre 70 y 80 años que habían estado entrenando continuamente desde la década de 1970, voluntarios que ya formaban parte de varios estudios interrelacionados en Ball State.
Pero ahora, los investigadores querían mirar en detalle la sangre y los músculos de estos atletas.
Entonces, reunieron a 21 hombres mayores y deportistas (pronto publicarán los resultados de un estudio separado de mujeres, dice Trappe) junto con 10 corredores y ciclistas de 20 años y otros 10 hombres ancianos sanos pero sedentarios.
Midieron los muslos de los hombres, como un marcador de masa muscular, y tomaron muestras de sangre y tejido.
Notaron de inmediato que la circunferencia del muslo de los hombres refleja sus edades y estilos de vida, con los atletas jóvenes luciendo piernas más corpulentas, los atletas mayores piernas ligeramente más pequeñas y los hombres mayores inactivos las más delgadas.
Los participantes del estudio eran: jóvenes deportistas, adultos deportistas y adultos sedentarios. (Foto: Shutterstock)
Luego, los investigadores hicieron que los hombres completaran una sola sesión de entrenamiento breve, pero extenuante, con pesas para la parte inferior del cuerpo. Como ninguno de ellos hacía este tipo de actividad, se esperaba que este ejercicio tensionara sus músculos de una manera desconocida.
Unas horas después, nuevamente extrajeron sangre y realizaron la biopsia correspondiente en busca de una amplia lista de células inflamatorias y marcadores genéticos.
La inflamación
El organismo reacciona ante distintos estímulos con un mecanismo inflamatorio. Lo que se llama respuesta inflamatoria sistémica. Generalmente es en respuesta ante algo que lo agrede, y a veces, si es desmedida, es negativa para el cuerpo, le hace daño. Es biológico.
Este proceso es extremadamente complejo. Involucra múltiples genes y células que se comunican con otros genes y células y aceleran o reducen dinámicamente el proceso. Inmediatamente después de cualquier lesión o tensión corporal, que incluye ejercicio extenuante, la inflamación ayuda a los tejidos a sanar y fortalecerse.
Pero si la inflamación persiste, como nos explica el doctor, puede volverse dañina y, en los músculos, evitar que crezcan y se fortalezcan después del ejercicio.
El resultado
Finalmente, las respuestas inflamatorias diferían en los participantes. Los jóvenes atletas mostraron menor cantidad de inflamación en sangre y músculos al comienzo del estudio y continuaron haciéndolo después del entrenamiento.
Si bien sus músculos se inflamaron brevemente, el examen microscópico descubrió que las señales antiinflamatorias compensatorias también estaban aumentando y pronto enfriarían la inflamación.
Una respuesta similar ocurrió en los músculos de los atletas de edad avanzada, aunque sus marcadores inflamatorios fueron ligeramente más altos y sus reacciones antiinflamatorias un poco más bajas.
Si sos una persona sedentaria, hay que comenzar con un ejercicio suave y sostenido. (Foto: Pixabay)
Pero en los hombres mayores no entrenados, la inflamación «fue mucho más que un incendio forestal», aumentando más que entre los otros hombres y mostrando menos signos celulares de resolución en el corto plazo.
«Cuando vos estás acostumbrado a hacer ejercicio la inflamación es menor porque los músculos y el organismo están habituados a recibir estímulos fuertes. Cuando uno es sedentario y hace un ejercicio la respuesta inflamatoria es mucho mayor«, explica Guillermo Casas.
Por lo tanto, no está mal que las personas sedentarias hagan ejercicio, al contrario. Lo que sí, hay que hacerlo progresivamente. Hay que empezar muy despacio y, según explica el deportólogo: «Programarlo para recién a los dos meses tener maduro el sistema aeróbico y empezar a hacer algo más regular y sostenido, no se puede empezar de cero a cien enseguida».
Conclusión
Estos resultados indican que el ejercicio a largo plazo puede ayudar a que los músculos envejecidos se mantengan saludables, en parte, al prepararlos para hacer desaparecer la inflamación, según dice el doctor Trappe.
Por otro lado, la vida sedentaria contribuiría a que los músculos reaccionan de forma exagerada ante la tensión y permanezcan inflamados, lo que puede ocasionar una menor ganancia muscular al hacer ejercicio.
Los resultados no deberían desanimar a las personas de mediana edad o mayores que estuvieron inactivas a que empiecen el gimnasio u otro tipo de deporte.
“Si la inflamación se interpone un poco al principio, tus músculos responderán y crecerán», explica el doctor, y eventualmente deberían comenzar a parecerse a los de las personas que hicieron ejercicio durante toda la vida.
Hay que tener en cuenta que este estudio fue pequeño y examinó los músculos solo una vez, poco después del ejercicio. No investigó si realmente cambiaron con el tiempo y cómo lo hicieron con el entrenamiento.