¿Quién es Erling Haaland, el gigante de 19 años que asombra a todos?

Es una máquina. De goles, de potencia. Algunos le dicen el Messi extra large. Otros señala que es una suerte de Iván Drago, protagonista de la película Rocky 4, en versión teenager. No podría ser de otro modo: Erling Haaland tiene 19 años.

Tiene un cuerpo enorme (193 centímetros y 87 kilos), una habilidad impropia para semejante tamaño y una capacidad goleadora creciente que ahora lo impulsa a pelear por el Botín de Oro de modo precoz.

Aunque cuenta con una impronta más parecida a la de un centrodelantero clásico tipo Zlatan Ibrahimovic (es decir, también es hábil para sumarse al juego colectivo o al desarrollo individual), los analistas le buscan comparaciones con futbolistas de otras características, como Mbappé​. Todo velocidad el francés; todo potencia el representante de Noruega. Son distintos. Son los cracks del futuro. 

Tiene una cláusula de 100 millones de euros. Su pase pertenece al Salzburgo, propiedad de la corporación Red Bull. Lo quieren Manchester United, Juventus y Napoli. Y cuentan que los dos gigantes de España, Real Madrid y Barcelona, también lo tienen en carpeta.

Esta vez, en el mágico Signal Iduna Park, marcó dos golazos para su equipo, Borussia Dortmund, que venció 2-1 al PSG, por la ida de los octavos de final de la Champions League. 

El tanto de Neymar, tras una notable jugada de Mbappé, quedó eclipsado ante la dimensión de este rubio que se convirtió en el futbolista que menos partidos necesito para llegar a la decena de goles en la historia de la Champions. Apenas siete.

De todos modos, antes de esta explosión el mundo ya conocía un poco de su voracidad goleadora. En el Mundial Sub 20, batió un récord: convirtió nueve goles en el 12-0 de Noruega frente a Honduras. Al seleccionado de su país no le fue bien, pero este grandote y hábil dejó su huella en la historia de la competición.

El papá se llama Alf, pero nada tenía que ver con el personaje de la famosa serie estadounidense de fines de los ochenta y principios de los noventa. No era un extraterrestre, como el peludo de la comedia. Era terrícola y futbolista. Su nombre completo: Alf Inge Haaland.

Era una de las figuritas difíciles del álbum del Mundial de 1994. Sí, con el como defensor, Noruega accedió por primera vez en su historia a una Copa del Mundo. El país escandinavo se convirtió entonces en uno de los territorios menos poblados en participar de la máxima cita del deporte más popular.

No era un jugador menor: en tiempos en los que el fútbol de su país parecía una fantasía bajo hielo, Alf disputó once temporadas de la Liga inglesa: desde 1993 a 2003 participó en Nottingham Forest -justo en los días de la salida del inmenso Brian Clough-, en Leeds United -el club que conduce Marcelo Bielsa en el loco Championship- y en Manchester City en tiempos de protagonismo escaso.

En el Mundial de los Estados Unidos jugó dos de los tres encuentros en los que participó Noruega. Recibió dos amarillas y se perdió la tercera cita: ese empate sin goles frente a la República de Irlanda que dejó a los nórdicos fuera de la Copa en un grupo en el que todos los equipos sumaron cuatro puntos (los otros, Italia y México).

El fútbol, en cualquier caso, siguió siempre en sus venas. Lo confesó él mismo varias veces. Y quedó claro después. Y ahora. Es el representante del próximo Messi, según dicen en Europa. Y no es un representado cualquiera: se trata de su hijo, Erling Braut Haaland, nacido en aquellos días felices en Leeds.

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