¿Te animas a la vinoterapia?

Desde su descubrimiento, el vino acompaña a la historia de la humanidad y siempre ocupó un espacio privilegiado y común en todas las culturas del mundo. Tal vez por ello, en 1989, no pasó inadvertida una investigación lo relacionaba con la salud.

Estudios posteriores comprobaron que el vino contiene sustancias con una gran capacidad antioxidanteconocidas como polifenoles, que serían los responsables de la disminución del riesgo cardíaco.

¿Escuchaste hablar de la paradoja francesa? A pesar de que en Francia la dieta es rica en grasas saturadas, el índice de enfermedades coronarias es 60% menor que en otros países.

Esta paradoja se estudió y se arribó a la conclusión de que el consumo de cantidades moderadas de vino tinto disminuye la probabilidad de padecer afecciones cardíacas.

Se estableció, entonces, que sus beneficios se deben a la presencia de moléculas antioxidantes. Dado que los procesos de envejecimiento están relacionados con el estrés oxidativo, una vía para detener y mejorar la involución cutánea es el uso de agentes antioxidantes.

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“Los polifenoles son reconocidos como los compuestos de mayor poder antioxidante, 20 veces más que la vitamina C y 50 veces el poder del de la vitamina E.

Por esta razón, el agregado de polifenoles de vino a los productos cosméticos les otorga actividad antioxidante, ayuda a retardar el envejecimiento cutáneo, mejora la elasticidad y suavidad de la piel, aumenta la vitalidad celular y renueva la piel”, explica Paula Schaievitch, licenciada en ciencias químicas, experta y pionera en el tema en el país.

El auge de los espacios para relax y rejuvenecimiento en Europa fue contemporáneo al descubrimiento del efecto benéfico de los polifenoles de vino para la piel. En 1999, se creó el primer spa de vinoterapia en Burdeos, Francia.

El éxito se expandió luego por París, los Estados Unidos, Taiwán y España, entre otros.

Archivo CA

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