Cuero cabelludo demasiado grasoso o seco, sensibilidad a los productos de uso frecuente o la presencia del hongo Malassezia, se cuentan entre las causas de la caspa.
El Malassezia globosa habita en el cuero cabelludo, se alimenta del sebo presente y sintetiza ácido oleico que, a su vez, penetra en la capa superior de la piel y desencadena un rápido desprendimiento de las células epidérmicas, es decir, la caspa.
Si bien este hongo forma parte de la flora normal de la piel tanto en animales como en humanos, no todos desarrollan caspa porque, para que se produzca este trastorno deben combinarse diversos factores.
Por otra parte, una dieta con alto contenido de sal o de azúcar, el consumo excesivo de alcohol y algunas deficiencias nutricionales pueden empeorar el cuadro.
La dermatitis seborreica, en cambio, tiende a ser más severa que la caspa porque la piel se inflama, hay irritación y comezón, y las consecuencias se ven, además, en cejas, orejas, cara y en la parte superior del cuerpo.
El doctor Adam Friedman, profesor de dermatología en George Washington University, recomienda la elección del champú correcto, no lavar más veces que las indicadas y seguir las instrucciones del profesional.
Los antifúngicos suelen funcionar bien para la caspa y para la dermatitis seborreica. Vale la pena recordar que la caspa no es contagiosa, no provoca calvicie, no surge por no lavarse el pelo todos los días y no compromete la salud.
Afecta más a los hombres que a las mujeres, mejora con la edad y podría padecerlo una de cada dos personas. En ocasiones, es difícil de tratar, pero, generalmente, puede ser controlada con medidas adecuadas.
Lo ideal es contar con dos champús, uno de uso habitual y un anticaspa, y alternar. Este último puede contener zinc piritiona, coaltar, ácido salicílico, sulfuro de selenio y/o ketoconazol, pero antes de comprar el primero que se encuentra en la góndola, sería mejor consultar con un dermatólogo.