Microalga bacteriana conocida como “el verdín” se impone en uno de los lagos más extensos de América

La escena parece un monumento a la contaminación en el lago más grande de Venezuela, uno de los más extensos de América Latina y el segundo más antiguo del mundo, con prácticamente todos sus ingredientes posibles: botellas, latas y vasos de vidrio o plástico se esparcen entre el verdor, curtidos por el petróleo.

Un pez de más de 2 kilos, un bagre, se explaya sin vida en la orilla. El oleaje verdoso golpea su cuerpo, colmado de rastros del mismo tinte. “Es una bomba de tiempo, estamos atentando contra la biodiversidad del lago”, reprocha, irritado, Adelso Pineda, director de la empresa de ecoturismo, de 36 años, mientras lo levanta con una mano para mostrarlo.

Sus empleados y él mismo limpian esas orillas a diario, pero los vientos y el oleaje las redecoran casi instantáneamente con residuos petrolizados y ese verdor, que predomina entre los 13.000 kilómetros cuadrados del lago desde el año pasado.

Ambientalistas, investigadores y comunidades advierten que esa mancha verde es el último de los grandes problemas del estuario. La llaman “verdín”.

Se trata de una acumulación de cianobacterias, un organismo microscópico capaz de extenderse fácilmente y cubrir grandes extensiones en la superficie, que puede liberar toxinas y causar “serios daños” a las especies del lago, precisa el profesor y director de investigación de la fundación El Zulia Recicla, Nicolino Bracho.

Durante los primeros tiempos de la pandemia, por el COVID-19, entre 2020 y 2021, cuando se paralizaron las industrias petroleras, camaronera, piscicultura y de cangrejos del Lago de Maracaibo, asegura, “las orillas eran cristalinas”.

A unos 100 metros al oeste, un recodo de esas aguas se ha convertido en una laguna estancada y putrefacta. Las orillas del Parque La Marina parecen un piso inamovible, verdoso, repleto de residuos, como cauchos, desechos médicos, envases de químicos. El hedor golpea el estómago a 35 grados centígrados.

Las ONG para la preservación del ambiente denuncian la inoperatividad de las 8 plantas de tratamientos de aguas residuales que se construyeron en el Lago.

En La Marina, un edificio rectangular de la institución gubernamental Hidrolago está clausurado, con sus ventanas parcialmente rotas y sus puertas cerradas. No funciona desde hace algún tiempo, a juzgar por el polvo y su estado de abandono.

Azul Ambientalista, por su parte, propone que se declare un estado de emergencia en todos los niveles de gobierno. Esa medida permitiría conformar un equipo multidisciplinario, investigar, concienciar a la ciudadanía y sanear las aguas julianas “sin tanto protocolo”, según su director.

Los especialistas piden conciencia. Es el mínimo paso para rescatar al lago, creen. Según Carrasquel, “no se puede seguir de espaldas” al reino de la contaminación.

Fuente: VOA

Archivo CA

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