La pandemia que se desarrolla por culpa del virus SARS-CoV-2 en el mundo se ha comportado de una manera particular. Este coronavirus tuvo mayores tasas de letalidad en unos países que en otros, y concentró los peores síntomas en grupos poblacionales concretos. Ahora también sabemos que los pacientes con demencia pueden ser más vulnerables al COVID-19 y deberían ingresar al listado de riesgo.
En este caso particular, la demencia se configura como factor de riesgo por la posibilidad concreta de infección, y por las condiciones de cuarentena. No es lo mismo el confinamiento para una persona sin alteraciones mentales que para una que sí las sufre.
Además, si recordamos que los mayores de 65 años son los pacientes que mayor letalidad sufren por COVID-19, no podemos obviar que la demencia es una de las patologías frecuentes a esa edad. El envejecimiento se asocia con el déficit de las funciones cognitivas.
Al principio de la pandemia, la demencia no fue considerada como factor de riesgo. Pero en los últimos días se alzaron voces de profesionales de la salud vinculados al campo psiquiátrico y neurológico que recordaron al mundo que los pacientes con demencia pueden ser más vulnerables al COVID-19.
¿Qué es la demencia?
En el mundo hay más de 50 millones de personas con demencia. Si tenemos que catalogar su dispersión con algún término médico y epidemiológico, deberíamos decir que es una pandemia.
La enfermedad de Alzheimer es la patología más representativa de las demencias, pero no la única. Al tratarse de la más prevalente del grupo se lleva toda la atención. Sin embargo, hay otros cuadros clínicos con síntomas similares.
Una demencia es un trastorno que afecta el pensamiento, con mayor incidencia en la memoria. Las personas dementes pierden la capacidad de realizar tareas complejas, se confunden en tiempo y espacio, no son hábiles para manejarse solos en las actividades de la vida cotidiana, y pueden ver alterado su lenguaje.
Sobre la enfermedad de Alzheimer hay diversas teorías que intentan explicar su origen, aunque no está claro del todo. Por otro lado, tenemos demencias que se originan en problemas vasculares por falta de irrigación a alguna parte del cerebro.
La degeneración de las neuronas es otra causa de demencia. Estas células se transforman de una manera atípica perdiendo su capacidad funcional. Es habitual que suceda con el envejecimiento en los lóbulos frontales y temporales del cerebro.
¿Por qué los pacientes con demencia pueden ser más vulnerables al COVID-19?
Una carta enviada a la revista The Lancet estos días manifestó su preocupación por el hecho de que los pacientes con demencia puedan ser más vulnerables a esta pandemia sin recibir la ayuda adecuada.
Los autores recuerdan que los pacientes con demencia se ven limitados en su acceso a la información sobre la pandemia de COVID-19. Con menos información a su disposición, es lógico suponer que realizarán actividades contraindicadas que los ponen en riesgo de contagio.
Esto se vuelve más complejo cuando el paciente vive solo o ha quedado aislado por la cuarentena obligatoria. Si no existe una red de contención organizada para ellos, hasta es posible que sufran complicaciones de salud por desabastecimiento.
Sin embargo, los pacientes con demencia pueden ser más vulnerables al COVID-19 aunque vivan en un hogar especializado, sin estar aislados. En estos centros especiales se han limitado las visitas de los familiares, y ello repercute en el estado de ánimo, exacerbando las depresiones.
¿Qué se puede hacer para los pacientes con demencia?
Los autores de la carta a The Lancet no sólo señalan el problema, sino que también proponen adoptar las medidas que China implementó cuando la epidemia estaba en su territorio. El buen manejo chino de la situación de los pacientes dementes podría servir de ejemplo.
En aquel país se coordinaron las organizaciones dedicadas a la demencia para elaborar guías de actuación conjuntas. Mediante estas guías se instruyó a enfermeras, cuidadores y familiares de los pacientes.
Las mismas organizaciones que participaron en las recomendaciones chinas ofrecieron cursos de formación para los cuidadores de manera gratuita. A la par, se habilitaron líneas telefónicas para evacuar dudas referentes a salud mental, estrés durante el confinamiento y uso de la medicación psiquiátrica.
Los pacientes con demencia pueden ser más vulnerables, pero podemos ayudarlos
La responsabilidad social en esta pandemia es general. Tanto los profesionales de la salud, como los familiares de los pacientes con demencia, y el resto de los ciudadanos, tenemos que asumir el compromiso de cuidar a los grupos de riesgo.
Los pacientes con demencia pueden ser más vulnerables al COVID-19, pero estamos en condiciones de elaborar redes sociales para contenerlos. De esta manera, evitaremos que el coronavirus se sume a la problemática que, de por sí, ya poseen por su patología.