El Centro Especializado en Reinserción (CER 1) de Guatemala recibió la certificación de la Asociación Americana de Correccionales (ACA) por cumplir con más de 130 estándares internacionales.
La reinserción de jóvenes en conflicto con la ley es esencial para reducir el ciclo de violencia en Guatemala, un país donde la reincidencia alimenta la inseguridad y la exclusión. Transformar vidas a través de oportunidades reales no solo beneficia a los jóvenes, sino también a una sociedad que busca mayor paz y seguridad.
En este esfuerzo, el Centro Especializado en Reinserción (CER 1), ubicado en la zona 13 de la Ciudad de Guatemala, recibió la certificación de la Asociación Americana de Correccionales (ACA).
Este reconocimiento, único en el país, valida el cumplimiento de más de 130 estándares internacionales en seguridad, rehabilitación, educación y condiciones de vida.
Carlos Menchú, subsecretario de reinserción de adolescentes en conflicto con la ley penal, destacó que este es el primer centro de mediana y alta seguridad en régimen cerrado en Guatemala en obtener esta acreditación.
El CER 1 alberga aproximadamente 500 adolescentes, tanto hombres como mujeres, que cumplen condenas por delitos penales. A través de un régimen estricto de actividades que va desde las 5 a.m. hasta las 9 p.m., se asegura que los internos no tengan tiempo de ocio. Menchú enfatizó que este enfoque disciplinado busca preparar a los jóvenes para una reinserción exitosa en la sociedad.
El centro cuenta con instalaciones que incluyen aulas de estudio, talleres de capacitación, áreas deportivas y espacios para atención psicológica. Los internos tienen acceso a programas educativos de nivel medio y universitario. De hecho, tres jóvenes se graduarán este año como técnicos universitarios, y otros ocho están programados para graduarse en junio.
Con la certificación de la ACA, el CER 1 avanza hacia la obtención de la acreditación internacional, convirtiéndose en el segundo centro juvenil de privación de libertad en Guatemala en lograr este objetivo, tras Casa Intermedia.
Por Andrea Palacios